viernes, 18 de septiembre de 2015

Mis, felices fiestas patrias.-

Mis felices fiestas patrias, oscilan entre un padre ausente con severos problemas con alcohol/drogas, inmaduro e irresponsable, una madre hipocondríaca, que no pasa más de media hora quejándose, un allegado/pegote de hablar desagradable, desde tono se voz a léxico, un hermano con la mente en otro lugar - en donde seguro le gustaría estar más que con nosotros- un perro con necesidad de afecto constante. Y yo, irritable, con personajes perturbando mi cabeza,  sin deseos propios para estos días.
Si pudiera elegir, eliminaria a todos menos al hombre alto como un armario y con personalidad de leon, eliminaria al pintor, al ex, a los posible y saldría a cualquier lugar, donde sea, pero donde no nos tengamos que preocupar de los demás, de donde están, si se enoja si nos vamos, si nos van a llamar, que no vayan a preguntar que me van a llamar, que no hablen, etc.
Falta más coraje para hacet eso, falta coraje para dejar a estos personajes atrás y buscar los que quiero en mi historia, al fin y al cabo es mi vida, este es Mi blog, y todo lo demás do de exprese mi malestar es MIO.-

viernes, 11 de septiembre de 2015

Salvamos al mundo hoy _

Él había terminado hace más de un año, era una relación durarera como para que la familia la conociera bastante, como para que sus amigos de años llegaran a tener un grado mayor de confianza. Había superado por completo su relación, después de un periodo en donde hacía como si nada, eludiendo el tema y continuando con su vida, vino el periodo de escucharlo llorar por horas, en donde cada dos semanas deseaba morir, en donde ver una pareja feliz hacía que su furia floreciera.  Él había sufrido.
En ese año ambos habíamos crecido muchos, habíamos tomado la desición después de años de amistad a vivir juntos, era transitorio, él tenía agendado un viaje fuera del país, y yo buscaba un trabajo -soñado por cierto- en el Norte del país, y proyectando en un par de años fuera del país.
Era un departamento amplio, de espacios abiertos y una terraza - la cual fue la primera en decorar con una mesa de mimbre y un par de sillas de diferentes materiales - nuestras habitación estaban pareadas por lo que comenzamos a descifrar cada movimiento del otro.
Nos gustaba así.

Habíamos tenido ambos un par de parejas, nadie suficientemente importante para quedarse a dormir, o a tomar desayuno al día anterior. Aquel era un ritual nuestro, preparar el te de hoja, hacer la palta/huevos/tomates con queso, servirnos en nuestas tazas favoritas y conversar sobre lo que soñamos y lo que queriamos comer al regresar a casa y el labor del primero en llegar preparar.
Nos habíamos habituado a vernos semi desnudo por la casa, a que el notara mi sosten de bajo de mi polera de descanso, al yo ver tu estomago blanco cuando se sacaba la polera. No estabamos conociendo cada día.

No llegue a conocer mucho a su novia - aunque llevaron cinco años - los años en que ellos estuvieron jutnos, yo estaba viviendo con mi madre en Francia, nos escribiamos a diarío y haciamos videos llamadas una vez a la semana, por lo que la relación era bastante estrecha.  Estuve junto a él en su ultimo año de relación, Era una joven de grandes curvas, sonrisa serena y ojos calmados. no me hablaba mucho, pero estaba interasada en escuchar de mi, de mi historia con su pololo, que no era más que la coincidencia de vecinos del barrio, que vivieron por años siendo vecinos, que fueron al mismo jardin, colegio y liceo y que dieron juntos la PSU, no era más que eso. Había realizado mis estudios fuera del país y eso nos distancio de manera fisica, no de manera emocional.

Los Jueves eran los mejores días.
Él llegaba antes y siempre preparaba algo rico para cenar, cuando salía de mal humor, hacía lasagna, cuando estaba cansada me llevaba comida a la cama, ese fue el día.
Estabamos en mi cama, había hecho una fuente de lasagna y había sido generoso en su repartición.
-Estoy llena...
-Satisfecha, se dice... ¿que onda?
-Ay dejame...
Quito las bandejas de la cama- fuera de lo que se creía no era un hombre ideal, dejaba la puerta del baño abierta, no bajaba la tapa del wc, dejaba sus pelos por todos lados, su ropa en toda la casa, no lavaba muchas veces los platos y era un desastre para hacer las compras, pero cocinaba bien. En ese aspecto valía la pena.
Había comprado una botella de vino, estabamos comentiendo una infracción en cuanto a las reglas de las habitaciones pero estabamos comodos.
Estaba apoyado en mi hombro, y yo acariciaba su cabello, se incorporo de pronto para mirarme a los ojos, me extrañe y quise moverme para acomodarme, pero se apresuro y me beso, posiciono sus manos en mi cintura y ejercio mayor presió al beso. Me puse de pie rapidamente y me quede estatica al costado de mi cama, aun con la copa de vino en la mano. No decía nada.
-Esta bien... iré a dejar esto.
-No, no, yo lo haré.
-No.
Deje las cosas en la cocina americana, de espalda a la habitación repasando lo pasado anteriormente.
Había regresado al país por la muerte de mi Madre, no tenía mayores familiares en el país, era la persona más cercana a una familia y sentía miedo de cruzar aquella linea que por años nos esforzamos a delimitar con las demás personas, tipica era la pregunta :"Ah que linda pareja" y repetir "No, no lo somos, somos casi hermanos" Lo amaba, pero no de manera carnal, no me podría permitir algo así, aquel afecto carnal, aquel deseo del cuerpo del otro, es algo pasajero, es algo que no llega a ser para siempre, de así serlo es casi imposible. Son pocas las probabilidades de que estuvieramos juntos para toda la vida, podría romperse aquel lazo familiar que teníamos. Me daba miedo.
Él se acerco a donde estaba, a paso lento y cabeza baja.
-Disculpa...
-Esta bien, te confundiste pero..nosotros somos amigos, casi hermanos, superaremos esto juntos...lo sé.
-Yo no quiero superar nada...no somos hermanos. Yo estoy enamorado de ti..
-No, no, no...nosotros, no...
-No tengas miedo....
-¿No tengas miedo? ¿Quien me dice que tu y yo no nos separaremos en un par de meses y me quede sin familia? No necesito eso ¡No quiero eso!
-Yo no te dejaré...
-No, escuchame...no quiero nada...eres mi amigo y se acabo.- 


domingo, 6 de septiembre de 2015

S.O.S. ~Uno.-

Estaba sentado sobre él, me hacía el amor, me besaba los pechos, acariciaba los muslos. Besaba su cuello y gemía sobre su odio, sabía que le gustaba eso.





Estaba deseando salir corriendo del lugar, arrepintiendome de decir que aceptaba la invitación, aunque sabía que era demasiado pronto, y que era una mala idea. Siempre supé que era una mala idea, pero al verlo, entre los invitados; mi desicón tambaleo. 
Se veía tan desaeable con su barba bien cuidada, con su cabello peinado, su camisa a cuadros y su chaqueta de cuero. al momento de saludarlo noté su perfume que me afecto por completo, cerré los ojos y tuve ganas de besarlo, sin haber un porqué. Pero no lo hice, ni esa noche, ni durante casi el año que estuve de novia con uno de sus amigos, no era el menjor amigos pero amigos desde hace bastante años como para creerse casi hermanos, cada vez que las copas se les subian a la cabeza. 
No cruzabamos palabra más allá de lo normal: Hola, Chao, Como estás? que estes bien, cuidate. 

Mientras tanto mi relación, variaba desde semanas de intenso sexo, visitas fugases a su nueva oficina, salidas los fines de semanas, sexo y más sexo. 
no me podía quejar, eras estable y segura, la familia nos adoraba, y los padres nos dejaban a cargo de su casa durante sus viajes. Él ascendía en su empresa y comenzaba a hablar de una casa para nosotros. 

Con Cristian, tuvimos nuestra primera cercanía, durante las vacaciones de invierno. Habíamos arrendado entre todos una cabaña en Lagunilla, una cabaña equipada para no salir de ella, viendo por los amplios ventales las nieve caer. Y con una terraza amplia para los valientes que se nos gustaba quedarnos viendo como la nieve cubria todo a nuestra vista de blanco. Me gustaba ver como el silencio se congelaba con la nieve caer, me gustaba ver mis dedos rojos del frio y salir el vapor desde mi boca. Llevaba una chaqueta larga, botas y un gorro de lana. Aun así sentía frio. 
Tenía entre mis brazos un tazón de leche caliente y jugaba con el vapor salir de mi boca, cuando siguió mis pasos. 
Era uno de los pocos que iba sin pareja, eramos nueve personas, él, tres parejas, inclueyendonos, y un par de amigos, sin ningun vinculo entre ellos. Todos habían encajado de manera bastante buena. no existía razón para que escapará de ellos hasta llegar hasta donde estaba yo, en realidad tampoco tenía motivo para salir del calido hogar. 

Apareció a mi lado, me gustaba su ropa, una chaqueta acolchada roja, gorro negro y pantalones de jeans, unos bototos que lo hacía ver más alto que yo - considerando que era unos diez centimetros más alto que yo - Se quedo parado a mi lado, me sonrió como lo llevaba haciendo hace meses y se quedo en silencio. 
Un par de veces se giraba a verme mientras yo lo observaba sin decir nada, y unas par más lo noté observandome. Sentía el estomago apretado y me dabana ganas de gritar para preguntarle que estaba haciendo ahí. En lugar de eso, el comenzo a reir. 
-Disculpa....disculpa... 
-¿Te has desquiciado?
-No, no...pero me gusta creer que a ti, como a mi, te dan ganas de escaparte de este monto de gente...de quien fue la brillante idea de juntar a un grupo de personas con casi nada en común? No creo que haya sido tuya, porque pareces estar por momentos descolocada igual que yo... 
-Eres bastante observador....
-Un poco...pero dime, ¿Es cierto o no?
-Si...pero es común en mi, llevo meses sintiendome descolocada. 
-¿Y por qué? -- Se había acercado a mi, estabamos mirandonos frente a frente y sentía que su mano derecha se acercaba a la mía. 
-¡aquí estan, vamos que jugaremos monopoly! 
Estuvimos las tres horas que duro el juego, sin hablar, sin decir nada, pero sin parar de mirarnos, era como si algo muy importante hubiera pasado entre nosotros, era como si no pudieramos parar de mirarnos. 

Teniamos una pieza indiviual, encendío la calfeccación y se saco la polera mientras yo me ponía mi pijama de polar, comenzo a besar mi cuello y comenzo a tocar mis pechos sin mucho tino. Aleje sus manos y le dije que no pasaría nada. Espeto al respecto, me justifique que tenía frio y no tenía ganas. Se extraño. 

No lo volví a ver hasta la celebración de un amigo en común de ambos, al menos no por un tiempo prolongado. Fueron exactamente un mes y dos semanas. En ese tiempo, lo acompañé a ver su nuevo hogar, tuvimos un ruptura de una semana por no aceptar vivir con él, y cambie mi lugar de trabajo. Él no parecía entende rmis ansias locas de hacer un cambio en mi vida, deje mi trabajo en la tienda de vestidos finos por una tienda en el barrio Lastarrias, era una tienda de ropa alternativa, la mayoría  de confección nacional, contaba con una pequeña cafetería vengetariana y la dueña la había conocido en una convocación de literatura romantica, era una mujer pequeña, de un metro veinte aproximadamente, cabello morado, lentes gigantes negros y un lunar en su labio superior. Era voluptuosa y con una voz grave, era Maria Ignacia. 
Ella me estaba impulsando a arrendar un departamento en la parte superior de donde se encoentraba su tienda/café "Delirio" Yo lo estaba pensando era un edificio de fachada antigua, seis pisos, ventales grandes, piso de ceramica, grandes balcones donde podría poner mis plantas. El no lo sabía, Cristian si... Lo había encontrado en el barrio Lastarrias, estabamos cerrando el local, era mi primer cierre, junto a Dorotea, una joven Alemana, delgada, rubia, con minimo español y con un club de fans masculinos que le ofrecian desde joyas a dinero en efectivo. 
-¿Eres tu...? --  Me gire asustanda, podría ser un acosador o un ladron. No, era el, llevaba jeans ajustados, zapatos puntiagudos, camisa a cuadros roja y el cabello despeninado. 
-Depende a quien buscas...
-Eres tu... -- Se quedo parado en frente mio, llevaba una cerveza en su mano derecha y un cigarro en la izquierda. No dijimos nada. Escuchamos a lo lejos como sus amigos vocieraban su nombre. Se acerco, beso mi mejilla de manera estruendosa y se alejo. 
No dije nada, ni le conte a él. 
Esa noche debía ir a su departamen to en cambio me fui a mi casa. 

Esa noche en la fiesta, pensé en que le gustaría ponerme. 
Me arreglaba en la habitación de él. Llevaría un vestido corto, en campana rojo, con los labios rojos y ojos delineados negro, el pelo rizado romado en una coleta al costado. Él se me acerco por la espalda comenzo a besar mi cuello, tocando mis caderas hasta subir a mi pecho. entendía su desesperación, llevabamos un par de semanas sin volver a tener sexo. 
-No, tenemos que irnos al cumpleaños. 
-No me importa llegar una hora tarde. 
-A mi si...
-¡Pero si no te cae bien ! 
-Pero no tengo ganas....ya te he dicho. 
No hablamos hasta llegar a la fiesta., A penas lo vi, noté su mirada recorrer mis piernas cubiertas por las pantys negrs. Llevaba unos pantalones negros, una polera negra de una recordada banda de rock. Se acerco lentamente hasta besarme en la mejilla, me apreto a el unos escasos minutos y se alejo. 

Durante la noche, en una amplia mesa, tomando desde cervezas hasta mojitos, nos animamos a jugar "Verdad o desafio" él perdio, debía verme bailar con uno de sus amigos, al parecer ese era el peor castigo, jugar con sus celos. Gracias a los mojitos que había tomado, me puse de pie, inmediatamente, sin esperar que me rogaran. Sus amigos tardaron en ver cual sería el obejtivo de sus celos. Cristian bebió lo que quedaba de su cerveza y se planto en frente mio. 
En ese momento, con el estomago apretado, se me habia olvidado como bailar sin querer besarlo, el me miraba a los ojos con una sonrisa de costado que comenzaba a afectar mi estabilidad. 
Esperamos para que comenzará a sonar un tema de reggeton. él comenzo a moverse, me acerco a el por las caderas, apegandome a su cuerpo caliente, que realizaba una cierta reacción quimica junto a él. No tardé en tomarle el ritmo, me gire y el me abrazo rapidamente por la espalda, apoyando sus labios sobre mi cuello, besando mi nuca, besando mi odio, besando mi cabello, mientras mi mano estaba al costado de su rostro. 
Cuando la canción termino, él estaba parado en frente mio, extendi su mano para que la tomará, se me acerco para besarme, pero corrí mi cara. 
-Permiso, debo ir al baño... 
Debía mojarme pronto, debía controlar ese calor. 
a penas entre al pequeño cuarto, no me preocupe en cerrar la puerta, di la llave y deje correr el agua mientras mojaba mi nuca. Cuando noté siu reflejo en el espejo, me sorprendí. 
Cerro la puerta con pestillo, regreso a donde estaba y se posiciono en frente mio, camino dejando mi cuerpo entre la pared y él, tomo mis manos, subio por mis brazos se detuvo en mi cuello, subio a mis labios y mi rostro y beso mis labios, no apasionamente como me imaginaba, sino de manera pausada. 
-Cristian...qué...que estamos haciendo....
-Creeme que no tengo idea. 
Cambio por completo la intensidad, metio sus manos de bajo de mi vestido, beso mi cuello y la loma de mis pechos, levanto mi peso por mis piernas y me subio al pequeño mueble al lado de lavado. Se las arreglo para bajar mis pantys y tocar mis piernas por debajo de la delgada tela, subio sus manos hasta tocar mi vientre y meter sus manos por debajo de mi tanga. Bajo mi vestido solo un poco para tener loibre acceso a mi torso y mis pechos, sin dejar de besarme, darme unos deliciosos y prolongados besos. 
Bajo sus pantalones y comenzo a penetrarme, sin necesitar media hora de dilatación, sin necesitar preambulo romantico, siendo la mejor experiencia de mi vida. Me embestia cada vez con mayor intensidad. Me ayudaba sujetandome del mueble con mi mano derecha y con la izquierda practicamente jalando del corto cabello de su nuca, besando su frente, sus labios, sus mejillas, sus oidos, su cabello, escuchandolo gemir en mi oido, besandome en mi hombro. 
Por primera vez en mi experiencia sexual, había logrado un orgasmo, sin necesidad de juegos sexuales, sin necesidad de horas de sexo, sin esfuero casi sobre humano, en un baño de un bar bailable, con uno de los mejores amigos de mi pololo, sin sentirme culpable. 
Cuando ambos terminamos, no paro de besar mis brazos y cuello, mis mejillas y mis labios. Me ayudo con el vestido y con las pantys, me ayudo a tomarme el cabello y hizo ver que el condo había funcionado. 
No salimos de inmediato, necesitabamos poder dejar de mirarnos y desearnos con la mirada. 
Abrio la puerta y me dejo salir antes que él. Se posiciono detrás mio. 
-Te iré a ver a la tienda. 
No me dijo nada más, no me dirigió la palabra durante toda la noche. 
-¿Que te paso? -- Me espeto tomando mi brazo de manera brusca. 
-Nada, dejame . 
Tuve que evitarlo durante toda la noche, no quería que me besara, ni que me preguntará porque tenía aquella expresión rebosable de felicidad. No podía explicarle, no tenía las palabras. 
En ultimo momento tome un taxi hasta mi casa, no podía ir a la suya. 
No conteste sus llamadas durante el día, durante la noche fui a su casa. 
-Por fin apareces, me puedes decir que te pasa....
-Tenemos que hablar... 
-¿Hablar? de que?
-De nosotros...es imposible que no notes que las cosas no estan bien...
-No estan bien porque no quisiste venir a vivir conmigo, no has querido dar los pasos que tenemos que dar como pareja, como una pareja adulta. En cambio quieres ser una cabra chica que cambia de trabajo y no se estabiliza. 
-¡Siempre has sabido que no es lo que quiero! yo no quiero estabilidad, quiero vivir...
-No eres una niña chica, madura por favor!
-Esta bien, terminamos, se acabo.... 

No me busco en una semana, ninguno de los dos lo hicieron, pero me sentía bien. 
Esa semana fue tiempo de cambios, me corté el cabello hasta las mejillas, perforé mi nariz y cambie de casa. 
El departamento lo compartía con Arlet, una estudiante de arte, exuberante, de caracter afable, y muy buena dispoción que me ayudo con la decoración. Se ofrecio amablemente a pintar una de las paredes de mi cuarto, con un par de arboles y un pequeño sol. 
Arme mi cama para mirar directamente hacía la venta, sin cortinas, poner un par de sillas en la terraza, poner mi ropa en el colgante expuesto que tenía y acostumbrarme a la nueva vida. 

Apreció un día Martes, el clima estaba calido, yo llevaba una jardinera con falda plato de jeans y una zapatilla baja, se sento en una de las mesas y pidió un jugo natural. 
-¿Deseas algo más? 
-Se que me debes odiar... 
-No te odio, solo imagine que aparecierías. 
- No sabes lo que fue para mi tambien asumir que no fue un error lo que paso... 
-¿No lo fue?
-Yo te quiero -- tomo mi mano, conmoviendome. -- Seré el peor amigo de la historia pero yo a ti te quiero, te quiero de verdad...yo sé que estan en una relación...que quizás hasta el te quiera pedir matrimonio...
-Terminamos, hace tres meses...¿no sabias?
.¿Que? -- Se puso de pie por la impresión. No me dejo responder, se me acerco me agarro desde el cuello y me beso, apasiondamente, bajando hasta mis piernas.
Maria Igacia se me acerco -- ya en conocimiento de la historia -- Me dio la tarde libre. 
Sin decir nada fui en busqueda de mi mochila,  y lo jale practicamente de la tienda, en la vereda lo besé por primera vez sin culpa. 
Caminamos por horas de la mano, me compro un helado, yo le invite un Waffle. Caminamos hasta que la noche comenzo a caer y comenzamos a sentir frío. Arlet no estaría esa noche en casi, por lo que lo invite a quedarse. 
-¿que haremos? 
Habiamos preparado fajitas, estabamos sentados en el piso de mi habitación y con musica de fondo. 
-No sé...no quiero hacerle daño..pero ¿Es eso posible?
-Nos va a odiar, de cualquiera manera... 

No sabíamos bien que hacer, pero ya esa noche, nos sentiamos hacer el amor. Nos amabamos, y era casi imposible ante la logica. 



viernes, 4 de septiembre de 2015

Lo que quiero.-

Se lo que quiero, quiero una tarde de viernes, después del trabajo, tomar un auto, un bus, un tren, llegar a un cabaña, a una casa, un hotel, hostal. Ponerme ropa cómoda, poner musica de fondo, abrir las ventanas, sacar una botella de vino para ti, preparar jugo natural si quieres, poner algo pada picar, papa fritas quizas, brochetas de frutas, galletas, lo que sea. Abrir las ventanas de par en par, que entre la luz del sol, que entre el viento, que me despeine cuando este a tu lado y me abraces, que te guste mi pelo despeinado, que me quieras sacar una foto con mi pelo despeinado, que me saques una foto sonriendo, muchas fotos sonriendo. Nos gustaran.
Que nos sentemos en la ventana, ojala una terraza, tomemos nuestro juego o tu vino, que tengas tu brazo rodeando mi cuello, besando mi cabeza, sin decir nada, solo ahí, los dos y silenciosos. Sintiendo el aire, sintiendo el viento, notando cuando esté más frío, pero que no queramos abrigarnos, sino que estar ahí, tocándonos, sintiendonos en la piel aún estando lejos. Viendo el atardecer, sin importar la hora, sin importar lo que paso en la semana, sin importar cuanto costo el viaje, sin importar el valor, cuanto nos demoranos en llegar, ni cuanto nos demoráremos en volver, solo importando ese momento. Ahí, viendo ese paisaje, siendo los personajes más importante de la historia en ese momento, en ese día, en esas horas, viendo lo mismo, sintiendo los escasos rayos de sol, escuhando esa misma musica, con el vieno acariciandonos, haciendo un preámbulo para cuando nuestros cuerpos se reunieran, quemándose, recordándose y siendo únicos.-

lunes, 3 de agosto de 2015

LO IMPENSADO SE VOLVIO, REALIDAD .-

Hace más de un mes atrás leí un reportaje que decía que vivíamos en un mundo tan acelerado que era imposible concentrarnos en conquistar a alguien. Pensé: si claro...
Hace más de tres meses, me dijeron que llegaría la persona que sería capaz de hacerme sentir tranquila. No lo creí.-
Hace años la gente viene diciendo; Ya llegará la persona indicada.-
Hace meses yo me repito que no tiene porque salir todo mal.
Hace más de un mes tome la decisión de hacer lo impensado, al pasar los días me quise arrepentir, volver mis pasos atrás pero diferente a lo gallina que siempre he sido, seguí adelante y no me arrepiento de eso.

Eres la persona impensada para mi, tan calmado y callado, pero eres la persona que mas me asusto al conocer, tal dulce e inocente, tan dispuesto a aprender tantas cosas, me aterraba la idea de que te fijaras en mi pero a la vez deseaba con tantas fuerzas que me quisieras y que yo fuera la persona que querías tener a tu lado. Me sentía conflictuada, pero a la vez me encantaba sentirme amada por ti...
La primera vez que te ví, eras demasiado niño, tan inocente y tuve ganas de salir corriendo: ¿que mierda hago? Era lo unico que pensaba, te quería dar un beso pero me gustaba estar sentada al lado tuyo tocando tu mano cuando veíamos la pelicula, cuando me apoyé en tu hombre, comprendí que me sentía comoda contigo, no tenía miedo ( de qué? la verdad no se bien) Pero no lo tenía, me sentía bien...
Los momento más lindos de la vida me gustaría atesorarlos y recordarlos una y otra vez, para usarlos de recursos cuando estuviera triste, recordar una y otra vez las veces que nos decimos te quiero entre un beso, cuando te ries de las cosas que digo, cuando me miras con desconcierto ante un comentario ironico, cuando fingo estar enojada.
Me muero porque los días pasen pronto, rapidos, poder estar contigo sin interrupciones, poder avanzar mucho en la relación, poder entender tus miradas, poder entender tus besos, poder descifrar tus pensamientos, y poder interdecir cuando el nivel de estres te supere, poder besarte y decirte que todo estará bien porque de verdad para ti, todo estara bien ese abrazo. Me muero por estar a tu lado mucho tiempo.
A la vez quiero que todo vaya lento como los cuentos, como esas historias romanticas, en donde el hombre abre la puerta del restaurante, paga la cuenta, te toma la mano y te ayuda a calzarte el abrigo, en donde el hombre se interpone ante todo obstaculo, en donde cada gesto hará que me ría como tonta y finga estar emocionada, aunque en realidad fingiere un nivel de emoción menor al real-.
Quiero y deseo tantas cosas, que me contengo para que fluyan, no quiero arruinar nada, tengo miedo de cada paso que doy, tengo miedo de expresar mis celos, mis enojos, mis penas y rabias, pero es el pack completo de mi, no puede nadie quererme de verdad si no ha visto esas facetas mías, pero me aterra que eso te asuste y haga que te alejes de mi, que sería de mi sin ti? quizas dentro de seis mes lo olvidaré, pero a la semana desearé estar en mi cama llorando sin parar, maldiciendo al mundo y extrañando cada buenos días, cada beso, cada caricia, tus manos protegiendo las mías, tu mirada tan tierna, tu sonrisa, tu risa espontanea y tu impresión cada vez que pasa algo nuevo.

aun así, tengo miedo a diaria de no ser lo que deseabas...
Tú lo eres, deseaba alguien que me quisiera, que entendiera mis demonios, que me abrazara con mucha fuerza, que me hiciera sentirme relajada, que me besara hasta que los labios se cansaran...
Aun estoy entre la realidad, mi realidad, mi pasado, confundida y extrañada pero esperando que mi futuro seas tu, tu acompañándome a ver mis peliculas extrañas, tu acompañándome a  caminar por horas, tu a mi lado, dandome un beso en invierno, verano, otoño y por sobre todo en primavera...nosotros creando algo, algo que espero sea nuestra oportunidad de que sea eternamente Hermoso.-

domingo, 12 de abril de 2015

Personajes.-

Llevaba dos años y cinco meses con Roberto, nuestra relación era una más de las normales del mundo, eramos ex compañeros de colegio, vecinos de la comuna y enamorados de manera pasional y tierna. Nunca se vio nada extraño en nosotros, solo nos veían pasear por la calle de la mano. Enamorados.
Yo creía que lo amaba. Hasta que entramos a la militancia.

Nuestros padres eran personas humildes, trabajadores, esforzados y protectores. Su madre murió cuando llevábamos un año juntos,  Estaba muy enferma y no contaban con el dinero para tratarla,verlo así me destruí el corazón, creo que fue ahí cuando comenzamos a tener sed de justicia. Nos sentíamos sumidos en la injusticia de la pobreza, del barrio en donde vivíamos.
Todo se desencadeno cuando Roberto tuvo que dejar la universidad, su hermana Viviana necesitaba comenzar a estudiar y su padre no daba a basto, fue ahí cuando Roberto comenzó a levantarse día a día a las cinco de la mañana junto a su padre para ir a trabajar a la Vega de Santiago, una labor bien remunerada pero bastante esforzada, ahí Roberto comenzó a sentir un odio, que al comienzo confundí con amor politico, por empoderamiento militante, pero era un odio interno. Era frustración...

Junto a Roberto, comenzó la militancia Gaston, compañero de un año mayor de la universidad que fue el encargado de indicarnos los primeros pasos, nuestras pequeñas misiones y adentrarnos en la unidad que significo aquel grupo de personas, que en aquel momento cuando Roberto dejo la universidad me comenzaron a apoyar.  Fue ahí cuando comencé a conocer a Gastón, alto, de pelo castaño y ropa sobria, solía llevar poleras cuello en "v" con pantalones de tela y zapatos con suela, siempre serio y alejado, no pasabamos más allá de decirnos un "hola" y un "chao"

- ¿Donde estabas? -- Estaba parado cercano a las bancas principales de la universidad. En el primer minuto me alegre de verlo ahí, parado con su cabello negro peinado, con sus lentes un poco sucio, con su piel tan blanca y ojos cansados. Tenía las manos sucias y la ropa manchada.
-Tuve una prueba mi amor, nos demoramos un poco en la revisión y eso...tu sabes...
-Te estuve esperando, no llegaste. Te perdiste la reunión.
-Me da lo mismo, es una reunión más Roberto... .. - me lamente intentando toca su cara, me esquivo.
-No es una reunión más Dominga, no es una reunión mas, nos asignaron las misiones...
-¿Qué misiones?
- Las misiones, se acercan tiempos difíciles, lo sabes...
-¿Misiones? Pensé que solo seríamos oyentes, que no tendríamos ninguna acción violenta...o lo que sea que dijeron,
-¿Que estas hablando? solo vas a conversar, solo vas a jugar y nada más- Comenzó a alterarse.
-Roberto, ¿Qué misión te dieron?
-La tome.
-¡como se! Dime...
-Iré al Norte.
Llevaba meses algunos militantes en el Norte del país, en fuertes confrontaciones con fuerzas armadas,  por defensa de terreno estatales. Estaban pidiendo personas, porque muchos habían muerto. Roberto, lucía feliz de ir. Me espanto su actitud, me asuste de verlo seguro de ir, me asuste de perderlo pero aun más de las fuerzas que lo habían empujado a decidir ir, ¿Qué pasaría con su familia? ¿Qué pasaría con su padre? ¿qué pasaría conmigo? ¿Con nosotros? ¿y si moría? ¿Qué haría yo?
-Roberto....¿Qué estas hablando? ¿Por qué vas a ir al Norte? Es peligroso...
-Tengo que hacerlo, tengo que luchar por los demás, no podemos seguir sumados en esta injusticia...
-Roberto, por favor....¿De que estas hablando?
-¿De que estas hablando tu? - Se me acerco para sujetar mis brazos con fuerza, alterandome - Pensé que estabas conmigo, que estabas junto a mi en esta lucha social. Te acobardaste, te has acobardado.
- Roberto, dejame... - Solloce.
- ¿Oye, Oye, Oye....que esta pasando aquí?
Gastón se interpuso entre los dos, con mirada serena. Alejo a Roberto de mi y por primera vez me miro con cara de ternura, me tomo de los hombro y alejo lo suficiente como para que Roberto no le escuchar susurrarme : "Quédate aquí, espérame"
Lo vi tomar a Roberto del brazo y hablarle con firmeza, Roberto quiso golpearle la cara pero Gastón se defendio con firmeza y le ordeno salir de nuestra vista. Para mi sorpresa le hizo caso. Fue ahí cuando entendí que Gastón tenía cierto rango superior al de Roberto, rango al cual no le hubiera tomado importancia, pero importancia a la cual Roberto respondió.

-¿que, le pasa? -- Sollocé angustiada. -- Gastón, me sujeto de los hombros y comenzó con un tierno abrazo, que me entregó profunda ternura.
-Dominga...escuchame, y alejate de Roberto...no sé que le pasa pero a comenzado a comportarse extraño...no sé porque lo dejaron sumarse a la misión.
-¿Gastón, puede morir?
-Escuchame, y no lo veas, se que lo amas y esas cosas...pero no quiero que te expongas, por favor. - Me sonrió y se alejo.
-Gracias Gastón.

Las próximas semanas fueron las más extrañas de mi vida. Al día siguiente en que parte del partido comenzaron la misión hacía el Norte,comenzaron a realizar llamados anonimos a mi hogar, caminar tras mis paso camino a mi universidad y aumentar mi panico al salir sola a la calle. Mi temor fue tanto, que después de salir de mis examenes finales, y estar segura de que un auto iba tras mis pasos, corrí hasta el departamento de Gastón, me había conseguido su dirección semanas atrás, quizas sospechando lo que pasaría. Él me miro sorprendido, con pantalones de jeans y polera holgada. Me sujeto de la mano y me ingreso de golpe a su departamento, no sin antes ver por el pasillo del cual había ingresado hace unos minutos.
Estaba tiritando, el me ayudo a sacarme mi bolson y la chaqueta de cuero que llevaba. Me guío hasta su sillón rectangular morado. Me llevo una taza de café y se sentó a mi lado.
-Tranquila, no pasará nada aquí, tranquila...
-Disculpa...perdoname, de verdad que no sé...no sé que ha estado pasando... me han llamado, siento que me siguen y yo...no sé Gastón, creo que me volveré loca.
-Tranquila, puede que este pasando algo como eso por Roberto, como ha comenzado la misión de Roberto, los deben vincular.
-¡Estoy harta de Roberto! No quiero sentir este miedo por su culpa.
-Escuchame, -- Se me acerco para abrazarme, me apoye en su pecho y me tranquilice -- Llama a tu madre, a tu padre no sé...diles que estas bien, que no se preocupen, yo llamaré al Partido para que no te busque más y tu te quedarás acá y te vas a tranquilizar, conmigo no te va a pasar nada. Tienes que hacerme caso, no pasarás por nada aquí.
-Gracias.

Gastón paso al menos dos días fuera de su hogar, hogar del que yo me había apropiado. AL día anterior de mi primera noche ahí, llego con un par de jeans, blusas y ropa interior. Con cierto pudor me duche y me calcé la ropa llevada por él, Luego de eso no lo vi hasta dos días después. Cuando escuche el sonido de la puerta corrí hasta el pasillo, y al verlo ingresar corrí hasta sus brazos para abrazarlo y le agradecí haber regresada. En pocas palabras me comento que había estado en búsqueda de la eliminación de mi nombre por parte de la militancia, sonrió de manera ingenua al momento de decir que no me preocupará porque todo estaba solucionado. Me enternecí cuando dejo sobre la pequeña mesa negra una bolsa con pastelillos y unos vasos de café caliente. Le agradecí.
-¿Estás bien? -- Me cuestiono -- ¿Necesitas algo ?
-No, nada...estoy muy bien, de verdad no tengo como agradecerte todo lo que has hecho, no te preocupes, hable con mi familia, ellos estan tranquilos...pero, me preocupa la familia de Roberto, quizás que cosas le pueden estar pasando...
-He querido acercarme, pero me han aconsejado no hacerlo, me tengo que preocupar de ti en estos momento,
-¿Quien te ha aconsejado?
-Es mejor que no preguntes. -- Ambos nos sorprendimos, cuando se me acerco para besar mi frente. El se sintió incomodo y se fue a duchar.






sábado, 28 de febrero de 2015

MARZO

Oficialmente es 1ero de Marzo de de 2015, se acabaron oficialmente mis primeras vacaciones normales de trabajadora, y debo asumir que me sentí bastante conforme, de poder costear por primera vez mis vacaciones, comenzar a costear mis gustos e ir avanzando en mis objetivos.
Además este año, en estas vacaciones me planteé en un escenario distinto al del año anterior, en muchos ámbitos, sobre todo en el ámbito sentimental, en donde en los primeros lugares solo me encuentro yo, más que por un tema de egoísmo, ni feminismo (aunque asumo lo soy) es por un tema de salud. Sé que el camino se viene difícil pero se que podré con ello, con ello y con todo lo que venga conmigo.
Volveré a mi lugar de trabajo, volveré a asumir los nuevos desafíos, acompañar a los mío y se que el Señor me acompañará como siempre lo hace.
Así es señores, bienvenido Facebook otra vez, bienvenido Marzo 2015, bienvenido regreso de vacaciones, cuando el bronceado de apoco va desapareciendo, cuando las calles se congestionan otra vez, cuando el metro se sofoca como siempre y cuando los escolares vuelven a estudiar.

domingo, 25 de enero de 2015

Lo tenía decidido, viviría ahí. Me encantaba la pequeña sala del primer piso, tenía pensado dejar ahí los sillones antiguos que había comprado, la escalera larga blanca, la decoraría con un par de cojines, sobre todo en aquella ventana redonda en donde pensaba sentarme a ver la lluvia caer. La amplia habitación que daba la bienvenida al segundo piso, sería utilizado por la mesa de madera de cinco sillas, todas diferentes entre si,  a su lado la amplia cocina. En el costado derecho estaba el cuarto de baño, con una bañera amplia y majestuosa instalada en el centro. Las habitaciones se llevaban toda mi atención, la principal estaba bien iluminada con un amplio ventanal que daba la terraza que decoraría con aquella silla colgante de mimbre que tozudamente me había obstinado en comprar. La cama de dos plazas sería decorada con muchos cojines y telas. Tenía un gran armario que ya comenzaba a separar intentando ordenar mi ropa por colores, quizá era una idea muy exagerada... la habitación apéndice de la persona, sería destinada con una sobria cama de media plaza y un pequeño closet, estaba destinado para las visitas. Pondría también en el segundo piso, mis plantas de interior y los taburetes comprados en segunda mano, además del moderno equipo de música que me había dado mi madre. En el baño instalaría el mueble de mimbre reciclado de la casa de los abuelos, y el colgador que utilizaba de closet expuesto estaría ubicado en la habitación principal. Tenía todo planeado y me estaba extasiando en sobre manera. Estaba contenta. 
Para mis padres no había sido fácil recibir la noticia, era su única hija y no salía de la casa casada ni nada por el estilo, pero no pudieron objetar mucho, pues ya tenía la cama y no cabía en el rectángulo que me habían otorgado a los diez años cuando me habían adoptados. La casa estaba a tres cuadras del restaurante de mi padre y dos estaciones de la tienda de ropa de mi madre. No estábamos lejos, siempre estábamos cerca. 
Pondría un par de pinturas que me había dado mi amiga Verona, además escucharas los demos grabados por Igor e invitaría a cocinar a Luisa, todos ellos habían sido mis acompañantes en el proceso de dejar a mis padres, me sentía ingrata marchándome de casa, no quería que sintieran que no agradecía lo que habían hecho por mi, no fue fácil hacerse cargo de una niña con pecas y el cabello cobrizo, que apenas hablaba y que mojo la cama hasta las doce. Pero lo lograron y de la mejor manera que me imagino alguien lo hubiese hecho. Tenían mucho amor para mi. 
Me pusieron en un colegio de monjas hasta las quince años, hasta que me echaron por gritar a todo pulmón que no llegaría virgen al matrimonio, la paradoja es que perdí la virginidad a las diez y nueve y con un amigo de mi primo, con tres botellas de visky encima después de haberme dado cuenta que mi mejor amiga en esa época estaba saliendo con mi eterno amor platónico, un profesor de Literatura de treinta años, a ella no le fue tan bien, el profesor la dejo embarazada y se fue a Inglaterra a un magister. 
Al joven de mi primera vez lo vi hasta dos meses después, cuando dijo que me amaba y quería estar conmigo para siempre. ¿Siempre? eso es mucho tiempo. 
Entre a un colegio artístico para luego saltar a la Universidad de Humanismo a estudiar Licenciatura en cine. Termine mi practica en Francia, un viaje de dos años en donde conocí a mi gran amor. Un francés de un metro noventa, con aires de actor de los años sesenta y con treinta años en el cuerpo. Sabíamos que era un amor fugaz y que no tendría bases firmes, pero aun nos enviamos mensajes a media noche, cuando ambos extrañábamos el cuerpo del otro. 
 En mi regreso realice un cambio en mi circulo social, deje de frecuentar a las ex compañeras del colegio de monjas, aliviandome al no tener que fingir más que me parecían adorables sus pequeños rubios llorones. Deje de ver a las ex compañeras del liceo artístico, que poco continuaron con aquel caminos, dos de ellas siendo dueñas de casa, mientras la otra se dedica a vender jeans al estilo colombiano. 
Fue ahí cuando conocí a Verona, entré sin querer a su tienda de pinturas y a los pocos minutos ya me comentaba de su parto al natural de su pequeño Gaspar y su relación de años con Baltazar. Me adentro a su hogar con mantras de fondo y carne de soya en todas sus comidas. Con el tiempo conocí a Igor y Paola músicos, que ganaban la vida tocando en bares y en semaforos, ambos viviendo en un cité de Santiago Centro. La ultima fue Luisa, quien se planto en mi vida de la mano de su novia Beatriz y obligándome a cocinar con la excusa de que no moriría de hambre al vivir sola ni que abusaría de su amistad para que vaya en mi rescate. 
Fueron unos grandes que me salvaron de la monotonía de una amistad estancada. Que me abrieron un mundo nuevo, que me ayudaron a ser mejor persona y aprender cada día.  Fueron la mayor bendición después de dejar Francia. 
Gracias a Igor ya era capaz de tomar la guitarra en alguna de nuestras juntas, gracias a Luisa ya cocina una gran variedad de salsas y pasteles, hasta me estaba aventurando con la carne de soja regalada por Baltazar y Verona, con los cuales jugaba a pintar, sin evitar distraerme con su pequeño Gaspar, con el cual no tenía que fingir, me encantaban sus pequeñas manitos gorditas y sus besos baboseados. Era un bebe repleto de amor. 
Lleve a esa familia a la casa de mis padres, y el un cocinero de años quedo fascinado con Luisa y comenzaba ya a cocinar carne de soja, mi madre me lo había confesado. 
Entre todos me sentía completamente plena, no había nada más que pedir a mi vida. Excepto....no tenía trabajo. 
Tenía un par de citas agendadas, necesitaba tomar algún proyecto y necesitaba que fuera luego y que llenara mi alma por completo. 
Gracias a la vecina de Luisa llegue a una cita con una productora emergente e independiente que tenía entre manos una película inspirada en los años setenta. Gracias a mi practica en Francis, fue su primera preferencia.

Sabia que la nueva casa traería las mejores bendiciones para mi. De eso estaba segura. 


lunes, 19 de enero de 2015

La historia sin terminar.-

Entre  Rubén y sus suegros; Darío y Lucrecia, hay una tregua silenciosa desde el momento que lo vieron de la mano de su hija a  los diez y siete años. Ambos prometieron no decir nada uno del otro, si Rubén no dañaba a su hija menor. Ellos sabrían que se amarían y no podrían decir nada de la estresada forma de vida de Rubén, ni que se llevara  a su hija a vivir a la lejana ciudad de Santiago, ni mencionar su malestar al no ingresar a sus nietos a los colegios artísticos a los que asistió Luis María y su hermana Loreto, oh que lamentable la historia de Loreto, ahora delgada de cuarenta y cinco kilos, de cabello canoso y acelerado conversar, que perdió a su hijo Lucas de dos años y a su esposo en un trágico accidente automovilístico.
En ese momento, Lucrecia y Darío se calzaron sus zapatos, apagaron la música de fondo y dejaron de encender inciencios y lloraron juntos como nunca antes alguno de ellos recordó llorar. Cada uno de ellos pidiendo a sus dioses por su hija, él porque  tuviera la fuerza para superar el horrible dolor, y ella pidiéndole a Dios que le diera vida para estar junto a su hija en aquel horripilante dolor por el cual ninguna madre debería pasar. Ninguna.


     Tenían una foto de cada uno de sus hijos, a los cuales Luisa María cada día le hacia una oración distinta, pidiéndole cada Santo algún deseo en particular para cada uno de ellos.


'Sabes que yo te siento en las flores y el viento'

Sabía que tenía que hacer, sabía que tenía que decir la verdad pero el simple hecho de saber lo que perdería, el dolor que sus declaraciones causarían, el miedo que todo le daba le hacía paralizarse. No estaba segura, no estaba segura de lo que estaba pronta a hacer...pero debía, sabía que debía hacerlo porque en la vida había que ir con la verdad de frente le decía su abuela, porque la verdad nos hace libre repetía su abuelo, porque se pilla más rápido a un mentiroso que a un ladrón y por sobre todo le dolía cuando le recordaban que la amistad era una bendición en el mundo y que había que ser leal hasta la muerte a aquel que se le llamaba "Amigo" 
No sabía por donde empezaría pero debía hacerlo, le diría lo que había pasado aquella noche, le diría que ese día se sentía más linda que nunca, le diría que le encantaba como le quedaba su jeans oscuro y chaleco de hilo, le diría que escuchaba aun la música de fondo que sonaba en aquel momento, no le diría que recordaba aquellos minutos cada noche antes de dormirse, ni que se le erizaba la piel cada vez que lo recordaba. Eso no era capaz de decirlo en voz alta, solo en su cabeza. 
Le diría que lo sentía, que no quería hacerle daño pero que nada había sido más real que aquel momento, que aquellas miradas entre los dos, que sus manos juntas, que sus dedos entrelazándose, que sus cuerpos acercándose y sus labios uniéndose en un beso que los paralizó a los dos, y detuvo el mundo por esos minutos, que nada tuvo más importancia para ambos, que sus pensamientos fueron uno, que sus sueños se plasmaron en aquel beso lleno de deseo y añoranzas. 
Se besaron un par de horas, sin detenerse, sin decir nada, y sin pensar en nada.  No hicieron nada más, siquiera se abrazaron y besaron sin parar. No fue más que ello pero la culpa no aminoró. 

Se planto en frente de ella, con las manos sudando y el corazón agitado. Tenia que hablar. No le beso la mejilla, se planto distante. 
-Nos dimos un beso...el viernes...un par de besos.- 
-¿Qué....?
-No puedo decir nada más, es eso...paso, y la culpa me esta matando. Pero no es arrepentimiento, es solo eso, culpa...
No dijo nada, no le grito ni le golpe, la ignoro y caminó por su lado. 
Se paso la vida ignorándola, se paso la vida odiándola y recordando su declaración, pero sin decir nada, sin hacer nada. 
Ella en cambio, después de lo que dijo, no volvió a pensar en ellos, tampoco lo volvió a ver  a él, con los meses dejo de estremecerse con el recuerdo, con lo días dejo de recordar la canción de fondo y con los años dejo de recordar siquiera su rostro. Más que mal la vida es así, todos cumplen su ciclo y abandonan nuestro universo de pequeños personajes que forman nuestra novela de vida. Solo sabe, que en ese momento, en ese beso le demostró aquel breve e intenso amor, ¿Quién le puede decir a ella que era imposible amarlo? 

domingo, 11 de enero de 2015

'Casualidad'

Regrese a Santiago profundamente confundida. No solo estaba el hecho de que había compartido besos con Cristobal, sobrino de Marcos, sino que su tío arrepentido de su actitud hizo una petición que descolocó a todos en su casa. Me pidió vivir con  él, con ellos en realidad, en la misma casa con sus hijos, juntos con su sobrino...
Le respondí que lo pensaría que no estaba segura de su propuesta, me mataba pensar en la idea de Cristobal en cada esquina de la casa, viendolo todas las mañanas durante el desayuno, viendolo salir de la ducha. Y la vez me volvía loca la idea de no volver a ver a Marcos. No había conocido a alguna persona que me volviera tan loca y tan poco tiempo como él. Era demasido para mi
Según Catalina debería conocer más a Cristobal y olvidarme de Marcos, claro a ella le aterraba la idea de ver a su mejor con amiga con un hombre mayor, además la idea de conocer a amigos de Marcos le interesaba mucho y debía asumir que a mi también.
Llegando a Santiago no me comunique con ninguno de ellos en dos semanas.
Cristobal me llamo un día Viernes, me citó en un local en Bellavista, acepte sin pensarlo. 
Llevaba el cabello más largo y lucía más bronceado. Llevaba jeans y camisa floreada, lentes espejados y una sonrisa encantadora. 
Beso la comisura de mis labios y se sentó en frente mío esperando alguna reacción de mi parte. pidió para los dos una tabla de verduras salteadas y un par de jugos naturales, comenzó con preguntas triviales para luego dar el gran zarpazo y preguntar por su tío, Marcos. Fui escueta: "No he hablado con él"
-Entonces no aceptarás su propuesta...-- inquirió. 
-No lo sé...
-Yo...estoy confundido con todo esto pero he tomado una decisión.
-¿Cual? -- Me aterraba la idea de escuchar lo decir que comentaría lo acontecido en los días posteriores a ese primer beso aquella noche. 
-Me vendré a Santiago, no puedo seguir viviendo junto a mi tío después de lo que le hice... y bueno, supongo que te preguntas que tienes que ver en esto...es que te ofrezco una relación, conocernos, quizá ser amigos, que me ayudes a aclimatarme acá...no sé, lo que quieras...
Ambos reímos nerviosos. El tomo mis manos y beso el dorso de cada una. 
-Es un poco loco...
-Bastante.... Pero, tienes razón en algo que me dijiste...nos hacemos bien el uno al otro....
-Así es. 




~


Fue facil evadir a Marcos mientras acompaña a Cristobal en la mudanza, en su búsqueda de trabajo fructífera al momento de buscar trabajo en una tienda emergente de diseños en el barrio Lastarrias y así al momento de decirle que no podíamos continuar juntos parecía preparado. 
Teníamos una relación sin nombre pero con reglas y acuerdos, yo apsaba generalmente tres días a la semana en su departamento y mi Madre ya había soltado un par de palabras con él, mis hermanas parecían ilusionadas con la idea de una relación estable con él. Claro, nunca mencionamos a Marcos en todos los relatos de nuestra relación. 
-¡Sorpresa! -- Me había obligado a caminar con los ojos cerrados hasta el estacionamiento del edificio de fachada antigua color musgo de cinco pisos en que vivía para dejarme ver un poco aturdida un auto color verde de dos puertas ante mí. Él se veía radiante, feliz y rozagante. Me encantaba verlo así. Me encantaban muchas cosas de el, me encantaba su sentido del humor, me encantaban sus brazos firmes, sus sonrisas, sus oidos, su cuello perfumado, sus besos en mis pechos, su mirada sensual, su amor... 
Extrañaba a Marcos, extrañaba la seguridad que me daba y extrañaba la sensación de amarlo, de necesitarlo y de desearlo. Cristobal no habla de su tío, de vez en cuando recibía una que otra llamada de su parte, respondía con respeto y no buscaba excusa para continuar la llamada. Comenzábamos a llegar al punto de pensar en como decirle, en como comentarle que estábamos juntos, que prácticamente vivíamos juntos y que esperábamos fuera por mucho tiempo ¿Como se lo tomaría?  ¿Como debería tomárselo cualquier persona una noticia así? ¿Que esperábamos que hiciera, que se pusiera feliz, que nos felicitara, que nos preguntará que tal el sexo? Tenía miedo. 


Nos volvimos a ver en Febrero. La peor fecha. 
Veronica me llevaba en su auto, yo no era capaz de hacer nada más que llorar con mis manos apretadas, con el corazón agitado y con las peores y doloras ideas en mi cabeza. 
Había salido a las siete de la mañana a su lugar de trabajo, un conductor, ebrio se había pasado tres luces rojas y lo había impactado en el costado derecho.  A las ocho de la mañana me habían llamado desde su lugar de trabajo, a las ocho cuarenta y cinco llegué a la clínica. Había tardado veinte minutos en reaccionar. Estaba tan aterrada que no pensé en que volvería a ver a Marcos, a sus hijos, a su familia, solo caminé desesperada hasta el área de urgencias y pregunte por él. Con los ojos rojos y el corazón agitado, recordándolo....esa mañana se había devuelto a besarme en los labios y decir que me amaba. 
 -¿Simona? ...-- Inquirió con duda. 
-Marcos.....
-Srta el Doctor Verdugo vendrá a hablar con usted, le haré entrega de las cosas que traía el paciente con él, por favor tenga paciencia. 
-Simona, ven sentémonos... -- Veronica quiso tomarme del brazo y dirigirme a las sillas, pero no podía estaba paralizada ante la mirada de Marcos. 
-¿Qué haces aquí...? ¿Como supiste?
-Me...me avisaron desde su oficina....
-¿Y por qué...?
-¿Simona Lorca? -- Un caballero de cabello cano menciono mi nombre, tenía ojos cansados, eso me asusto.-- Lo siento mucho, estamos haciendo lo máximo posible para salvar a su novio...pero las expectativas no soy muy altas, hay multiples facturas y ha perdido mucha sangre...hay que estar preparados para todo.Lo siento. -- Acarició mi hombro como si hubiera tomado un ramo en la universidad que le enseñaran hacer aquel gesto. 


Marcos no volvió a preguntarme, siquiera a hablarme, quizá dedujo como paso todo o se invento una historia diferente. Nunca supe, no volví a ver hasta el funeral. Pude hablar con él dos horas antes de su muerte, no dijo mucho más de que me amaba y me veía muy linda. Fueron sus ultimas palabras. 
Marcos solo se detuvo en frente mío, me miro largos minutos y se perdió entre la multitud de familiares, algunos desconocidos para mi. 

Dos años después de esto, comencé a salir con Tomás, no vamos muy rápido, la verdad bastante lento, pero es lo que necesito, él parece sereno en mi paso y no presiona para nada. Siempre me escucha hablar de Cristobal, pero desconoce la historia de Marcos. 
Quisé hablar con Marcos un año después de todo, pero no me atendió, me vio fuera de su oficina pero le pidió a su secretaria que me citará para otro día, agende la cita pero no fui. Nunca más supé de él. 
¿Qué saque de todo esto? Saque que la vida es una sola, que debemos vivir cada experiencia al máximo, sea esta buena o mala, sea satisfactoria o decepcionante. Que el amor no se mide por los años de relación sino que por la intensidad, por el amor, por la entrega, por la complicidad. Con Cristobal tuve una gran complicidad, una gran entrega, un gran amor. Con Marcos, tuve una gran seguridad y pasión. A los dos los ame a mi manera, a mi estilo. Y cada día los extraño.





sábado, 10 de enero de 2015

ENTRE SUEÑOS Y CIGARROS.-

Era fácil de imaginárselo entre humo, cervezas y tatuajes, quizás con sonrisas llamativas y voz ronca. Entre cuero y cuadrille, entre cigarrillos artesanales y música Inglesa. Entre botellas vacías y las más heladas. Entre limón y sal, entre vasos y hielo. Entre conversaciones serias y dudas existenciales. Entre su futuro y el pasado. Podría ser mucho más que eso, mucho más intelectual, mucho más profundo, con mucho más que dar, con mucho más en la menta que en lo que decía,  como podría ser igual que todo lo demás. Pero ¿Eso sería malo?
El hombre de la barra podría describirlo con facilidad, había visto muchos como él, pero creía haber visto algo diferente en él. Lo veía a menudo pasar por ahí, siempre a la misma hora y siempre saliendo en el mismo estado, los que le acompañaban iban mutando, muchos jóvenes, todos vestidos de manera similar, hasta en algunas ocasiones siendo el único entre algunas señoritas. Reservado y quieto, muchas veces como alejado de la situación en realidad, como en otras siendo cien por ciento el centro de todo.
Siempre llegaban al atardecer, en pocas ocasiones lo hacían horas más temprano, retirándose con abundantes risas por las noches, sin llamar mucha la atención de los demás, sino que pareciendo circular por un propio mundo paralelo, pareciendo tan profundo como sencillo, tan intenso como pasivo.


Tuvo ganas de preguntarle al hombre de la barra por él.
Luego lo pensó mejor y se quedó en su lugar.
No tuvo mucho tiempo más, salió del lugar tomado de la mano de una joven, no quiso mirarla, no quiso detenerse en su mirada llamativa, ni en la coquetería en sus gestos, ni en su mano acariciando su pecho descubierto. Solo se percató de su piel clara.
Había siete personas más, la contabilizo de manera veloz.
Se puso de pie y salió tras de ellos. Dejo la cerveza media vacía y la adrenalina aumentando. No sabía bien porque hacía eso.
Camino dos cuadras más y los vio sentados en la terraza de un local, mucho más pausado y con música en vivo. Esta vez estaba fumando y rozaba de vez en cuando sus manos sobre los brazos descubiertos de la muchacha. Le sonreía.
Ingreso, fingiendo estar relajada. Pidió un vaso de Vodka Naranja y se acomodó para estar frente a ellos.
Busco la manera de llamar su atención, más no lo logro, en ese momento se puso de pie y camino en su dirección, con el vaso de vodka entre la mano y el corazón acelerado.















Tenía claro en su mente lo que quería para su vida, ya tenía listos los pasos a seguir y quería verse asentado en una relación sería con aquella mujer que le comenzaba a encajar cada pieza de su rompecabezas, por lo que era a todas luces la indicada.
No le tomo mucha atención cuando una joven de cabello negro, casi azulado y bastante liso se acercó a la mesa.  Solo noto como uno de sus amigos se puso de pie de inmediato y la invito a tomar asiento con ellos. Ella se instaló en frente de ellos, le dedico una sonrisa bastante amplia y bajo la mirada intimidada.
No le presto mayor atención, no tenía porque.
Continuo conversando con ella, la que tenía un nombre que comenzaba con J, no lo recordaba bien, no quería recordarlo, quería terminar aquel ritual al que sus amigos lo habían expuesto “Si te vas a volver serio, al menos debes tener una última aventura” Acepto.
Entre la cerveza, aquel generoso escote y más cerveza le comenzaba a parecer bastante interesante aquel ritual. Además, solo sería por esa noches, en las próximas horas el sería un hombre nuevo, un hombre mucho más serio y aquellas jóvenes que se dejaban llevar por aquella mezcla de música, cerveza y tatuajes, pasarían a ser parte de su pasado.
Se puso de pie para caminar hacia el baño. Ahí estaba Tomas, aquel amigo que se encontraba arreglando el pelo como si eso fuera lo más importante del mundo.
-¿Qué estás haciendo? – Le pregunto entre risas mientras entraba al urinario.
-Esta noche no serás el único que tendrá sexo.
-Yo no tendré sexo.
-¿Y la vas a dejar así? Si esa está que arde….bueno da igual, yo hoy lo haré con ella, la extraña.
-¿La quién?
-La que llego a mesa, ¿No la has visto? Solo ha venido por mí.
-Yo que tu tengo más cuidado, quizás qué tipo de loca es esa. Además llegaremos a mi casa, así que ten más cuidado.


Seco sus manos con rapidez sobre la tela de su jeans oscuros. Se miró al espejo y sonrió, quizá no sería tan mala idea aprovechar aquella sonrisa incesante de aquella chica.
Esta vez se sentó en frente de aquella mujer misteriosa, ella bajo la mirada para luego mirarlo con detención a lo que él se dio cuenta de reojo. Quiso increparla preguntarle porque lo miraba, pero noto que estaba nerviosa. Tal vez fue ego, tal vez simple desconfianza, pero prefirió quedarse en silencio, dejándola contemplarlo, en absoluto silencio, sintiendo cierto placer por la mirada detenida de ella.
Sintiéndose extrañamente cómodo.
-¿Alguno quiere fumar? – Saco un pitillo de su cartera y llamo su atención de inmediato. Levanto su mano y se puso de pie. Saco su encendedor y jugo con él hasta la puerta trasera del bar. Ella, Tomas y él, cerca uno del otro, ella entre ambos, Tomas mirándola a ella, ella mirándolo a él.
-¿Y…que estudias? – Tomas sonreía, se arreglaba el cabello, ajustaba su polero y buscaba manera de rozar la tela de su chaleco de hilo holgado.
-Diseño de interiores.
Era extraña, no intentaba plantear una conversación. Secaba sus manos en su falda floreada, eso significa que sus manos sudaban. Le gustaba pensar que era por nerviosismo. La suela de sus zapatillas de lona rechinaba con sus constantes movimientos contra el piso. Dedico poco minutos a observar sus piernas blancas.
-Nosotros, bueno estamos en vacaciones ahora, pero…
-¿Tienes cigarro? – Interrumpió a Tomas, por primera vez dirigiéndole la palabra a él.
-Bueno… -- Menciono disyuntivo su amigo.  – Iré por una cerveza ¿Quieren? – Ambos se negaron.
Se quedaron solos, en silencio, cada uno fumando, ella un cigarrillo recién encendido, él lo que quedaba del pitillo. Mirándose de reojo.
Parecía observarlo con tal detención que le intrigaba.
-¿Cómo te llamas?
Fue lo único que le dijo mirándola a los ojos, y era lo único que tenía programado decirle.
-¿Funciona eso de preguntar el nombre, para parecer amable?
-Ah….vaya.  – Voto lo poco que quedaba de papel, puso sus manos en sus bolsillos y la observo por el rabillo del ojo. – Entraré.
La noto desesperada, nerviosa y por lo contrario de asustarlo hizo que se detuviera.
-Yo…
-Ya no quiero saber tu nombre, permiso. – Le sonrió descolocándola.
Se sentó al lado de aquella mujer de generosa escote, acomodo sus manos tras su cuello y la beso en los labios mientras subía su mano derecha por su pierna para detenerse bajo su busto.

Sabía que ella lo miraba, sabía que su mente no estaba con aquella mujer que besaba, sabía que estaba distraído con el humo, con la cerveza que pronto subía a su cabeza, con el pitillo que hacía efecto, con las voces de los demás y la mirada de ella en el portal de la puerta para terminar de ingresar al bar.
-Lo siento. – Puso ambas manos sobre los hombros de ella y la alejo, causando su extrañeza. – De verdad, disculpa…cuídate.
Tomo al seco lo poco que quedaba de su cerveza, le dio rápidamente la mano a todos los que estaban alrededor y salió del lugar descolocado.





















Le gustaba verlo caminar rápido, con las manos en sus bolsillos, fumando, deteniéndose para ver las ofertas de cervezas en las típicas pizarras negras escritas con tiza.
Le costaba seguirle el paso pero necesitaba la excusa perfecta para hacerlo.
No la necesito.
-¿Qué mierda te pasa?
Quiso decirle que nada, pero no era una buena respuesta.
-¿Quién eres? Me has estado siguiendo y quiero saber por qué.
-Yo… lo siento… -- Titubeo. – Solo, también tuve ganas de irme, solo eso…
Resoplo disgustado, para obsérvala de reojo.
-Igual…. No es bueno que camines sola hasta a esta hora, vamos ¿Vas al metro?
No pudo responderle, no quería sonar muy agradecida, pero “Gracias” Era lo único que se le ocurría.

Recordó la primera vez que lo vio, había sido hace exactamente tres meses atrás y había sido en la acera de al frente. Él iba justamente con Tomas y una mujer de cabello largo negro, los tres sonrientes y bastantes animado. Fue ahí cuando se aseveró que siquiera por aquella noche él la recordaba.
Él junto a su amiga habían compartido una escueta conversación con ella. Estaban los tres a las afueras del bar, ella esperando a sus amigas y ellos, justamente a Tomas.
Producto de la cerveza, necesitaba con urgencia comer algo. Él saco del bolsillo de su chaqueta un chocolate y se lo acerco, sin mirarla mucho más que lo suficiente para sonreírle de costado y continuar con la labor de llevar a cuestas a su amiga junto a Tomas.
Bajo la vista nerviosa, guardo el chocolate y observo con dedicación.
Su psicóloga decía que tenía un serio problema obsesivo, pero no le quiso tomar atención. Dejo de ir a sus citas cuando le comento de manera veloz, que todos los viernes se paseaba por los locales de aquel barrio en su búsqueda y que había llegado a estar hasta muy entrada la noche para poder verlo, fingir chocar con él por accidente o desesperadamente estar en una mesa cercana a la suya.
Sus amigas habían dejado de acompañarla en aquella aventura, objetando que se les había escapado de las manos. Nunca lo pensó así, nada más sería verlo por ahí, hasta que su mano rozo el brazo de él. Se alteró y busco su mirada, intentando ver alguna respuesta de su parte, el continuo como si nada hablando de la serie que estaba viendo ahora en el cable, y de lo nefasto que le parecía el sistema público del país. Ella estaba fascinada sin hacer más que asentir y mirarlo con una sonrisa, verdaderamente genuina en el rostro.

Le converso de temas triviales, del clima, de la calidad de la cerveza, de la bella innata de las animales, de sus mascotas, de la tecnología, de la música, de tatuajes, drogas y le recomendó los mejores bares.
Se despidieron en la entrada principal del metro.
Beso escuetamente su mejilla y apoyo su mano sobre su hombro derecho. Su aroma rozo su rostro.
Lo vio alejarse con el corazón acelerado, con ganas de llorar y reír a la vez. No sería la última vez que lo vería, había aceptado salir con Tomas la próxima semana y estaba segura de que él estaría ahí.





'Casualidad'

Llevaba más de un mes sin saber de él, no había llamado por telefono, ni escrito correos. Comenzaba a perder la esperanza, cuando se plantó a fuera de mi universidad con una amplia sonrisa, unos jeans y camisa con un par de botones abiertos, con sus pies y brazos cruzados apoyado sobre su Jeep. Intente mantener la calma mientras caminaba hacía el. Quisé besarlo en la mejilla cuando tomo mi rostro entre sus manos y me beso en los labios, largos minutos. 
-Te extrañe....
-¿Cuanto? -- Pregunto coqueta. 
-A cada minuto, a cada hora, cada día...
-Se puede decir... que te vuelvo loco ¿Cierto?
-Más que loco. 
A diferencia de lo que creí, ni había viajado por tema de trabajo, ni había buscado una excusa, solo dijo en la oficina como en su casa que debía venir por temas personales a Santiago y me ponía bastante feliz aquello. 
-¿Qué piensas? -- Pregunto besando mis hombros desnudos. 
-En nosotros. -- Me arrepentí enseguida al escucharme decir eso "Nosotros" 
-Yo también pienso en eso...-- Mi sorpresa  fue mayor. -- No quiero que pienses que solo vendré a ti por un juego, que no te quiero en realidad, que no siento algo verdadero, porqué no es así...no se porque te pienso tanto...
-Te amo. -- Dije con los ojos cerrado, tenía miedo de ver su reacción. 
-También te amo...

Estuvo dos semanas en Santiago, regreso al mes siguiente  y planeaba no ausentarse por mucho tiempo. 
Fue facil inventarle a mi familia un viaje junto a mis compañeros durante vacaciones de invierno, para eso necesitaba una complice. 
-Por favor Cata... por favor. 
-Simona, puede ser tu tio...
-Pero no lo es, por favor...
-Ya y ¿Si llama la tia? ¿Que le digo?
-No te llamará contestaré todas sus llamadas, lo prometo, -- Supliqué. -- Por favor, de verdad que necesito ir...
-Simona, me da lo mismo mentirle a la tía. -- Confeso mi morena amiga de cabello rizado y caderas pronunciadas. -- pero me preocupas tu, ir a meterse allá, con su familia, no sabes como son, no sabes como te recibirán....¿Qué dira, que eres su amiga? 
-Ya les dijo de mi. 
-¡Ay no! ¿Y que le dijeron?
-Bueno, su hija no quiere saber de mi...sus hermanos estan intrigados, también estará un sobrino y unos amigos de sus hijos...creo que solamente ellos. 
-No sé, solo tengo miedo de que algo salga mal. 
-¿Otro de tus presentimientos de bruja? -- Bromee
-No te burles, y por favor cuídate. 



~

Su casa era un amplio lugar de madera, con varias habitaciones y terrazas, un amplio jardín verde y con muchas flores, una piscina que durante la noche se iluminaba. En la entrada siempre habían autos, casi todos Jeep. Iba envuelta en una chaqueta de cuero, un par de poleras y un chaleco de lana gruesa cuando conocí a su familia. Su hija era una delgada joven rizado y colorín, la cual no me miraba e ignoraba mis comentarios acertados que sus hermanos, me celebraban. Ambos morenos de ojos verdosos que junto a sus amigos se apresuraron en pararse de la mesa. Ella los secundo. Junto a nosotros se quedo su sobrino Cristotabl, un joven de cabello castaño y alto, llevaba una camisa blanca y unos jeans ajustados. Era dibujante y había llegado hace dos semanas de Inglaterra. Tenía un tatuaje en su espalda que se traslucía. 
-Iré a verla. -- Beso mis labios y se puso de pie. -- Permiso, ya vengo. 
Nos quedamos en silencio. Él quiso comenzar la conversación. 
-Así que....mi tío se ha sacado la loteria contigo. 
-¿Por qué lo dices? 
- Eres muy linda, y bastante relajada para venir aquí. No tomes en cuenta a mi prima es un poco mimada... 
-Espero funcione todo...
-Tranquila, no habría porque no adorarte.
 Nuestra conversación fue interrumpida cuando comenzamos a escuchar gritos. Eran ambos. 
Seguimos sus gritos hasta encontrarnos con su hija con los ojos rojos y él bastante incomodo. Me quise acercar a él, quizá brindarle apoyo, pero se alejo, me rechazo con sutiliza que no fue suficiente para no sentirme incomoda. 


Los próximos días ella se encargo de hacerme sentir fuera de lugar, dando comentarios de su madre, del recuerdo de ella, de la diferencia de edad y de como malgastaba su tiempo libre, en ,lugar de estar con ellos. Casi siempre sus hermanos intercedían pero con el tiempo comenzaban a aburrirse de la situación ignorándola. Con Marcos, la situación no era como yo pensaba, cada vez que estábamos solos, era él el que quería hablar mientras yo le sacaba la camisa, o yo quería preguntarle que pasaba mientras se apresuraba a meter su mano por debajo de mi polera. 
Nada estaba saliendo como yo quería. 
Se me había hecho habitual salir durante las noches a la terraza, simplemente a estar sola, en la disyuntiva de volver a Santiago, de no decir nada y hacer como si nada pasase. 
-¿Sin poder dormir?  -- Cristobal parecía ir por la casa al igual que yo por la mía, sin que nadie notará mucho su presencia. 
-Así es...
-¿Estas bien? -- Me interpeló. -- Puedes ser honesta, no te veo muy cómoda...
-La verdad que no, tu prima me esta causando problemas. 
-Dime, te escucho. -- Se acomodo en la silla que estaba en frente mío, saco un cigarrillo de su chaqueta y se dispuso a escucharme. 
-No, no te quiero aburrir. 
-No seas loca...dime, te escucho.

Esa noche hablamos más de dos horas, sin tener mayores lapsos de silencio, y sin sentirnos incómodos. 
-Bueno...Simona, animo....y, ya sabes que puedes contar conmigo de salvavidas si me necesitas. 
-Gracias... 
Quisimos abrazarnos cuando nos quedamos detenidos uno en frente de otro. Sin retroceder, sin decir nada, sin hacer nada mas que mirarnos a los ojos y ver como nuestros cuerpos se acercaban en un beso, sin detenernos y sin decir nada. Nos estábamos besando. Me abrazaba por la cintura, besaba mi cuello, y acariciaba mi cadera. Lo besaba y me gustaba...

'Casualidad'

Lo conocí durante el verano, no estaba contenta de pasar mis días de libertad junto a mi familia, mis hermanas mayores se paseaban de un lado a otro con sus pequeños hijos colgando de sus brazos, mi madre absorta en sus pensamientos nos ignoraba por completo. Así era desde la muerte de Papá, ya habían pasado diez años pero aun visitábamos cada verano la casa en la sexta región, era un especie de ritual que con los años había mutado y agregado a esposos, hijos, y novios. Todo diferente, excepto mi madre sentada en la terraza con la mirada perdida. 
Llegaba a extrañar las clases de Matemáticas sentada haciendo nada en la terraza, iba en tercer año de Arquitectura y lo único que quería era divertirme después de un año estresante. Mis hermanas solían ser mis mejores compañeras de aquellas semanas de libertad, hasta que se casaron y llegaron los hijos. 
Tome mi mochila y salí de la casa, estaba segura de que nadie había notado mi ausencia. 
El muelle era el lugar preferido de mi padre, llegue hasta el limite con el mar y quise cerrar los ojos, recordarlo, pero no pude. Noté la presencia de un hombre acongojado, que jugaba con la intención de lanzarse al mar. Probablemente si se lanzará y supiera nadar no pasaría nada, pero ¿Si no sabía? de todos maneras no me debería importar. Pensé en retroceder sobre mis pasos y salir del lugar, pero no pude. Se había girado y se encontraba mirándome, de manera fija. Tuve miedo de que fuera un sicopata, pero a penas noté sus intensos ojos celestes supe que no podría tener miedo de él. 
Me acerque sin notarlo y me percaté de de sus cabellos escuetamente canosos, de su figura delgada y bien conservada a su edad, que no debía ser mucho, quizás cuarenta años, máximo cuarenta y cinco. 
-¿Esta....bien? -- No respondió. Se alejo de la orilla y sentó en el suelo abatido. -- Soy Simona...¿Su nombre? 
-Marcos...-- Me sorprendió su voz madura y varonil. -- ¿Por qué te quedaste? 
-No lo sé. -- Respondí con honestidad sonriendo nerviosa. -- ¿Curiosidad? 
-¿Cuantos años tienes Simona? -- Pregunto caminando hacía donde yo estaba. 
- Veintitrés . -- Respondí rápidamente. 
-Dos años más que mi hija. 
Se puso de pie y paso por mi lado, sin decir nada. Me quede con muchas preguntas en la cabeza y un nudo en la garganta. Se subió a su jeep negro y desapareció de mi vista. 
No supe de él hasta tres días después cuando salí a trotar durante la mañana, una actividad poco común en mi pero que producto del aburrimiento comencé a cotizar. El también trotaba. Se detuvo en frente mío y esbozo una sonrisa amable, saco sus audífonos del lugar para que el estaban diseñados y calmo su respiración. 
-¿Como estas Simona?. -- Me estremecí al sentir su mejilla rozando con la mía. 
-Bien...bien...¿Tú...digo, usted? 
-Dime tu, por favor... -- Sonreímos nerviosos. -- Bien....Yo creo que te debo una explicación, el otro día todo estaba bastante loco...
-Si...bueno, si tu crees...
-¿Te parecía reunirnos mañana, ir a trotar juntos?
-¿Por qué no hoy? -- Consulte audaz. No respondió comenzó a trotar. Lo seguí. 
Se detuvo al comienzo de un pequeño bosque que estaba ubicado entre los incipientes edificios. Me observo en silencio, tomo aire y comenzó a hablar. 
-Tengo tres hijos y mi esposa murió hace siete años, a veces...me siento bastante colpasado...¿No es una buena carta de presentación, verdad? -- Sonrió complicado. -- No intentaba matarme...ni nada parecido, disculpa si te asuste. 
-No...no hay problema. 
Me gustaban sus manos maduras, dejaba de escucharlo cuando me dedicaba a observar su mandíbula recta y rasgos maduros. 
Se me acerco para arreglar mi cabello suelto y sentí el aroma de su perfume. Instintivamente posicione mis manos sobre su torso y noté que se puso tenso. Quise alejarme pero me sujeto por la cintura y me atrajo hacía él. Una de sus manos estaba en mi cintura y otra en mi cuello, acortando cada vez más nuestra distancia hasta que lo bese, me acerque una y otra vez a él, a sus labios, a mis piernas rodeando su cadera, a mis manos entrelazadas con las suyas, a mi cuerpo sobre el suyo besando su cuello, mimetizandonos con el pasto.
 No sabía porqué lo besaba, no sabía porque lo deseaba tanto, y no sabía porque el parecía sentir lo mismo. 
Recorría mis piernas cuando comenzó a sonar mi celular. Odie a mi hermana en ese momento, llevábamos semanas ahí y siquiera había notado mi ausencia hasta ese momento. Me puse de pie rápido y escuche a mi interlocutora darme la noticia de la llegada de unos primos lejanos. Lo besé en los labios y salí del lugar. 

Cuando nos volvimos a ver, lo primero que hizo fue besarme en el cuello y susurrar sobre mi oído que me veía hermosa con aquel vestido verde que llevaba esa tarde. No correríamos sino que cenaríamos en el restaurant más cercano a la playa. Trabaja como Ingeniero, con tres hijos y de vacaciones por un tiempo indefinido, le gusta la naturaleza y correr y esa noche planeaba ir de pesca junto a unos amigos. 
No fue. 
Subí mi vestido hasta mi cadera para que sus manos tocaran en su totalidad mis piernas, me movía con dificultad en el interior de su auto pero aun así me negaba a ir a otro lugar, todo aquello, el auto, él, la situación, la noche, aumentaba mi deseo por recorrer su cuerpo, por sentir sus manos de bajo de mis sostenes, por verlo mirarme fijamente mientras sus manos bajan desde su cuello hasta mi vientre. 
Cuando me dejo a una cuadra de mi casa, las dudas vinieron sobre mi, ¿Qué estaba haciendo? tenía veinte años más que yo y no me parecía importar. Me encantaba el aroma de mi cuerpo, mis manos olían a su cuerpo, mi vientre parecía volcarse al recordar sus besos por las lomas de mis pechos, al recordar sus piernas tersas, su respiración agitada sobre mi nuca, sus besos que pasaban de la ternura a la sensualidad intensa. Quizá me estaba volviendo loca pero estaba extasiada con ese hombre.
Quedaban dos semanas para mis vacaciones, dos semanas que no estaba segura fueran suficientes para devorarlo como quería.










Cuando nos despedimos llevábamos tres horas sin detenernos de hacer el amor, esta vez estábamos en la habitación del hotel con la mejor vista al mar. Me apoyé sobre su torso desnudo. Era el momento de despedirnos y lo sabía. 
-Quizá te pueda visitar...
-claro, ¿Cuantas horas son desde Temuco a Santiago? 
-No seas pesadita...lo haré, lo juro. -- Beso mi frente. 
-No hagas juramentos que no cumplirás. 

Sin quererlo estaba sufriendo, subían mis maletas al auto y yo quería gritar que no me quería mover de ahí, que me quería quedar ahí, junto a él para siempre. Pero, ¿Qué diría mi madre? ¿Mis hermanas? 
-¿Que te pasa? -- Pregunto Veronica, la mi antecesora. Rubia, rellenita y de sonrisa ligera. Llevaba colgando a su pequeña Amalia del brazo, una diminuta copia de su madre con cabello rizado y ojos azueles intensos. 
-Nada. 
-Estas...diferente, rara...no has estado con nosotros. 
-Entre tanto ruido y llanto ni notan cuando estoy por acá.
-Oye. -- Llamo mi atención sujetando mi brazo.-- Disculpa si a veces pareciera que estuviera muy lejana, pero necesito que confíes en mi, en serio...¿Qué pasa? 
-Nada, solo quiero llegar a Santiago. 
En verdad no era así, quería quedarme ahí para siempre, con él. Le había dado mi dirección pero duraba que dejara a sus hijos y me visitara, quizá en algún viaje de negocios pasaría a verme, iríamos a un motel y el volvería con su vida. ¿De verdad sería así?