martes, 1 de enero de 2013

2013.-

Hace más de cinco años que no era capaz de poder abrazar a mis padres, a ambos justo a las doce y fue maravilloso, lejos lo mejor que este 2013 me trajo. No suelo creer mucho en esas cosas, tengo una creencia atípica de que tu nuevo año comienza con la fecha de tu cumpleaños, más que mal es el aniversario de tu existencia y el comienzo de un nuevo año de vida, pero aun así me puse el antifaz del cotillón, me tiraron challa y llore con el abrazo de año nuevo. Llore por todo lo que paso el 2012, lo que debía pasar o tal vez no, pero lo que era necesario para crecer y para estar preparada para lo que venía y para la constancia de cumplir las metas sin que esas mismas te hagan bajar los brazos, estaba segura en ese momento, cuando eran las doces y los juegos artificiales iluminaban el cielo, con la mente en blanco que estaba entrando al nuevo año con la memoria vacía de malos recuerdos y repleto de enseñanzas, con las ganas de partir las cosas bien y teniendo la constancia como prioridad para estos nuevos doce meses.