domingo, 4 de enero de 2015

REGRESA

III 

Llevamos una semana ahí. El amigo de Cato nos mantenía al tanto de Fernando, de su estado de animo pero poco se explayaba cuando le preguntaba por su estado físico. Sabía que lo torturaban, sabía que estaba sufriendo, hasta era capaz de saber que muchas veces deseaba morir. 
Meses antes de todo aquello, conversábamos, el me abrazaba por la espalda, besando mis hombros desnudos. Eran cerca de las tres de la mañana y ambos disfrutáramos del silencio de la ciudad. 
Dijo que le daba miedo como se estaban dando las cosas, políticamente hablando, hablo por primera vez de sus miedos, él, como yo, ambos eramos de carácter fuerte ante el Partido, nunca dimos muestras de temor ante los acontecimientos, ni siquiera al comienzo de las desapariciones. Siempre dimos una impresión fuerte, o al menos yo creía que esa impresión era la muestra de la realidad. Esa noche supe que no. Tenía miedo, más por él, era por mi, por nosotros, por la seguridad de uno de los dos que fuera detenido primero. Por ello habíamos tomado la decisión de salir del país. Nunca lo pudo hacer. 

Cato me alentaba con frecuencia pero yo sabía que el tiempo comenzaba a correr y si no actuábamos pronto, terminaria por perderlo.  Mi amigo también comenzaba a perder la esperanza, ya no busca la manera de hacerme reír, ni busca temas sin sentido para al menos matar las horas. Se  pasaba la tarde sentado mirando a un punto muerto, escribiendo o simplemente durmiendo. 
Esa noche quise darle una sorpresa y prepare una especie de arroz con carne molida y papas en pequeños cuadritos. Abrí una botella de vino y decoré la mesa. 
Primero se sorprendió para luego interrogarme, buscando saber el porqué de aquel gesto. 
-No debe haber un porqué, tengo mucho que agradecerte.
-Cuando estemos los tres con Fernando, tenemos que celebrar... 
Nos quedamos en silencio. 
-Te propongo algo. -- Me miro curioso. -- Bajemos la botella de vino, como antes, cuando teníamos motivos para celebrar, como cuando estábamos en Santiago, más que mal...si sigo así de deprimida  me vas a encontrar cualquier día de estos colgada en una biga 


Cuando eran las tres de la mañana, ambos ya estábamos ebrios. Él se reía sin cesar de cualquier palabra que yo mencionaba, sentada en el sofá de mimbre que habíamos instalados en la terraza de aquella casa, que ya sentía como mi hogar. A penas pudiendome poner en pie sola. 
-¡Ven! No es justo....a penas me muevo....¡Que vengas! 
Se sentó a mi lado con el vaso de vidrio en su mano derecha, con su mano izquierda se arreglaba el cabello y me miraba, quieto. 
Me acomode quedando en frente de él, nuestras rodillas se rozaban y mi costado derecho peligraba con apoyarse a su cuerpo. Levante un poco mi vestido para poder tener mayor sensibilidad y dejar mi vaso ya casi vació entre mis piernas.  Me observo en silencio realizar aquel acto. Recorrí mis piernas hasta llegar a su rodilla, subí por su pierna y me detuve en su ingle. No dijo nada. Levantamos la vista y nos contemplamos, fijamente y con intensidad. Levanto su mano y acaricio mi nuca, acomodo mi cabello y bajo por mis hombros hasta tomar mi mano, entrelazar sus dedos con los mios y suspirar con intensidad. Baje la mirada, observando mi mano sobre su cadera y fuerzas para sacarla de ahí. Apoye mi cabeza sobre su hombro y el me abrazo. Busco mi rostro y beso mi frente. Me estremecí y me puse de pie, olvidando el vaso que termino por romperse en el suelo. El se apuro a tomar mi mano para detenerme. 
Quiso apurarse a recoger los vidrios rotos pero lo detuve. Me acerque sentándome sobre su regazo, sujetando su rostro entre mis manos, tocando su cuello y hombros. 
Cuando lo besé no nos pudimos detener. El recorría mis piernas, mis senos y mi espalda con una ansiedad que me descontrolaba. Arrugue su camisa hasta poder tocar su vientre, recorrer su espalda y sacar su pantalón. 
No dijimos nada, nadie dijo nada, no había nada que decir...


Los días siguientes no se como explicarlos. No dijimos nada de aquella noche y con el transcurso de los días se nos hizo normal besarnos de vez en cuando, alejarnos culpables y volver a besarnos sin decir nada. Lo veía muchas veces observarme en silencio desde algún lugar de la casa, lugar donde llegaba y me sentaba sobre su regazado nuevamente, dejando que me apretara contra su torso con la respiración agitada. 
¿Arrepentimiento? No lo sentía, solo tuve más que arrepentimiento pánico cuando tuvimos noticias de Fernando. 
-Esta libre...tardará un par de días en viajar, tiene un par de lesiones que deben ser tratadas, pero lo sacaran lo antes posible del país. Creo que en unas dos semanas estará acá. 
No sonreímos, no podíamos hacerlo, no sabíamos que decir. ¿Qué decirle a Fernando? ¿Con que cara lo iba a besar? ¿Con cara le íbamos a decir algo así, ta, traición, después del infierno que debió vivir?
Quiso abrazarme, quizás besarme, no lo sé. Me aleje y no hablamos por horas. 
-¿Será así? No me vas a hablar solamente por que te sientes culpable. 
-¿Tu no sientes miserable Cato? 
-Estamos solos, acá, en otro país, con miedo...
-¿Lo justificas? Le dirás eso a Fernando, pucha sorry, lo siento...te torturaban y yo estaba solo así que me acosté con tu polola, lo entiendes... -- Sollocé al final de la frase lo que lo obligo a dejar aquella actitud desafiante y se me acerco para abrazarme. 
-No hay cosa que más quiera es que Fernando este bien, que este con nosotros, es mi hermano, lo amo...pero a ti también. 
No lucia como Fernando la primera vez que dijo que me amaba, sus ojos brillaban y sonreía sin poder evitarlo. Cato estaba triste, tenía los ojos cristalinos y de triste expresión. 
Toque sus mejillas, luego sus labios, su nariz y lóbulo de su oreja, y lo besé. 

Nos percatamos de la presencia de ambos gracias a Ruben que garraspeó buscando nuestra atención mientras yo besaba a Cato. 
Fernando estaba a menos de un metro nuestro, con sus brazos extendidos al costado de su cuerpo, notoriamente delgado y  con algunos moretones aun visibles. 
-Pensamos...era una buena idea...la sorpresa....-- Intervino Ruben buscando romper el silencio. 
Sin darme cuenta lloraba, parada al lado de Cato sin poder hacer nada. 
Cato fue el primero en acercarse, Fernando automáticamente lo  evito clavando su mirada cuestionadora en mí. 
-Fernando...yo...escuchame. 
-¿Qué mierda es esto...? -- Volvió a ignorarlo y me hablo, dio un par de pasos para quedar tan cerca mío que era capaz de reconocer la colonia que utilizaba, no era la que utilizaba antes de su detención, probablemente era una que Ruben le había comprado, al igual que su jeans negro y polera morada que llevaba. Nada que estaba en frente mió de él parecía conocido para mí.
-Fernando....-- Musite apenas, sin levantar la vista. 
-¿Fernando? Eso me dices....me dices Fernando cuando pase todo este tiempo solamente aferrándome al recuerdo de nosotros, pensando en nosotros, los tres juntos en otro país, juntos...felices. ¡Eras la única razón para no desear morir en ese lugar de mierda! y...ustedes me hacen esto. -- Ya no lucía tan duro, lloraba. 
-Fernando...es mejor que conversen con la cabeza fría, debes descansar un poco. -- Ruben quiso converserlo, pero Fernando lo evito. 
-¿Sabes todo lo que pase en ese lugar? ¿sabes que pase días sin comer? ¿Sin ducharme? ¿Que me golpearon?...
-Fernando, para. -- Le pidió Cato notando mi estado de angustia. 
-Fernando....-- Lo secundo Ruben. 
-¡No lo sé! ¡No lo sé por qué no estaba contigo! -- Grite mostrando mis lagrimas ahogadas por semanas.-- No estaba contigo, estaba sola, sola con Cato... No cumpliste tu palabra no me cuidaste como dijiste, pero aun así todos los días pensé en ti, todos los días desee verte bien, volver a verte y poder abrazar, aun así te amo....pero tu no sabes lo que pase, el miedo que tuve, ni lo que significo Cato para mi. 
Por un momento pensé que las cosas se habían tranquilizado y que había logrado comprender mi punto de vista. Cuando se giro para golpear a Cato hasta que Ruben los pudo separar noté que no había sido así. 
-¿Y pensabas en mi mientras te acostabas con él? ¿Pensaste en mi mientras te tocaba el poto y las tetas? 
-¡Cállate! -- Me acerqué intentando golpearlo, fue más rápido y me sujeto con fuerza, entre sus brazos. 
-Eres una puta. 
- ¡Callate! .-- Se alejo de mi. -- No tengo la culpa de lo que te paso, no tengo la culpa de que te tomaran, no te obligue a salir ese día así que no me culpes.  La persona de la que me enamore no tendría esta actitud de mierda...
-Es porque la persona de la que te enamoraste la terminaste de matar con todo esto. 
Caí de rodillas al piso llorando causando que me faltara el aire. Cato se me acerco queriendo abrazarme, pero lo aleje con ahogados manotazos. Ruben pudo ponerme de pie e intentar calmarme, objetando que Fernando entraría en razón, que había sido mucha información. 


Paso dos días sin hablarnos, Ruben le llevaba comida a la habitación y salía al jardín solo durante las noches o antes de que alguno de nosotros despertase, y las pocas veces que nos topábamos nos ignoraba. 
Ruben, tardo un día completo en conseguir nuestros pasajes, él junto a Fernando irían a Inglaterra y Cato y yo, a Francia. 
-¿Qué pasará después? ¿Donde nos encontraremos?
-¿Quien les dijo que yo me quería encontrar con ustedes? Nosotros nos quedaremos en Inglaterra y ustedes verán si prolongan su romance por más tiempo. 
-Fernando por favor, madurez....
La noche anterior al viaje me senté en aquel sofá de mimbre en silencio, no quería despertar a nadie y estaba segura de que no aguantaría otro ataque de Fernando, y necesitaba aquellas energías para continuar rechazando la preocupación de Cato. 

-¿Sin poder dormir?  -- Me extraño su tono suave. -- Yo tampoco, quizá el viaje me tenga así. 
-Puede ser....-- Respondí incomoda. 
-Perdóname. -- Me sorprendió su declaración. -- Me volví un loco con todo esto, con todo lo que paso, pero una parte de mi entiende todo....y otra esta muy enfurecida porque aun te amo. 
Tuve ganas de abrazarlo y decirle que lo amaba, pero aquello era algo de lo que no estaba tan segura. 
-¿Puedo? -- Consulto extendiendo sus brazos. Ambos nos pusimos de pie y por fin lo pude abrazar, el acarició mi espalda y beso mi mejilla con ternura, acongojado al igual que yo. -- Solo....necesito que me digas que me perdonas, que me amas al igual que yo y, podríamos hacer ese viaje los dos....tu y yo, quedarnos en Inglaterra, buscar la manera de volver a Chile, arreglar nuestra relación, solo...necesito que me digas que lo de Cato no tiene importancia y continuar los dos, solos...como siempre debió ser. 
-Eso...me parece un poco injusto con él. Tu no sabes lo que ha dado por ti...todo lo que ha hecho. 
Se alejo de golpe de mi y volvió a tener un semblante serio. 
-Si tiene importancia ¿Cierto?
-Cato siempre ha tenido importancia. 
-¿Más que yo?
-Nada tiene más importancia que tu, he cambiado mi vida por ti...pero no puedo decir que no tiene importancia para mi. 
-¿Lo amas? -- Su pregunta me sorprendió pero en el fondo estaba volviéndome loca no tener la respuesta de esa pregunta.  
-No...no sé...no podría...
-¡Solo dime que lo amas! Te juro que te besaré por ultima vez, me iré con Ruben y no volveré a interferir.
-No te quiero perder Fernando. 
-No se puede tener todo en la vida. 
-No puedo responder eso...no puedo, yo...
Se acerco a mi, tomo mi rostro entre sus manos y con su frente apoyada a la mía y sus ojos cerrados susurro. 
-Lo amas.-- Afirmo. -- No sé como paso pero te enamoraste de él, porque en lugar de estar encerrado, estaba cuidándote...lo amas. 
No pude decir nada, tampoco lo dije cuando se me acerco para besarme, un beso prolongado y con sabor a despedida. 
Lo vi ingresar a la habitación que compartía con Ruben y no dije nada, ya no lloraba ni hacía nada. Como hace mucho no hacía, deje que Cato me abrazara con ternura y besara mi frente "Tranquila" Lo escuche decir, y así fue, estuve tranquila.


Nos costo con Cato instalarnos en Francia pero lo logramos al cabo de unos meses, casi un año. Con frecuencia Ruben nos escribe y comenta de su vida de regreso a Chile, y se esfuerza en tener contacto con Fernando que instalado en Australia comenzaba una nueva vida. Ruben estaba proximo a informanos la fecha de nuestro viaje a Chile, aquella se había convertido en nuestra meta, el regreso a nuestro país, con nuestra familia, con nuestros viejos amigos, juntos. 









No hay comentarios:

Publicar un comentario