viernes, 6 de noviembre de 2009

Dreams .




No sabia que hacer, lo único que hacia era llorar despavoridamente, me abrazaba a mi misma intentando capear el frió que sentía. Más de una persona me observo con curiosidad, estaba de más decir que mi estado no era el mejor.

Mi maquillaje corrido gracias a las lágrimas, mi cabello despeinado y un pequeño bolso de mano hacían durar más de alguno de mi sensatez y muy en el fondo de mi corazón estaba recuerdo con ellos. Mi estado no se debía más que a lo que minutos antes había acontecido en el que se suponía era mi hogar y el cual solo se había convertido en el nicho de las peores situaciones que en mi vida llegue a imaginar que viviría en primera persona.

Me senté ya agotada de tanto haber caminado en una diminuta banca. El cielo comenzaba a tornearse rojizo, lo que significaba solo una cosa: La noche estaba cerca. Y con ello mi angustia aumento.

Hay sentada, sola y sintiendo de apoco como el frió se colaba por mis delgadas prendas comencé a llorar sin tapujos, mi garganta parecía cerrada y mi pecho atravesado por mi agujas. ¿Que haría? ¿Donde ir sin que el supiera? No había respuesta alguna para esas preguntas, ni nadie que se viera interesado en responderlas.

Me exalte producto del sonido que producía mi celular. Con algo de temor saque el aparato de mi pantalón y contemple la pantalla angustiada. Presione en botón rojo y con lentitud deje el aparato en la orilla de la banca, esperaba que alguien le diera un mejor uso del que le estaba otorgando en ese momento.

Ese instante, sin que nada me pudiese aferrar al lugar de los hechos sentí la necesidad de comenzar de nuevo. Quizás una nueva ciudad, un nuevo trabajo: Una nueva vida. Sin duda era algo que sonaba muy lindo. Pero sin dinero y sin tener lugar a donde llegar todo se volvía a tornar gris.

Me deje caer abatida, otra vez en la misma banca. Mis ansias de nuevos aires no me habían llevado siquiera a dos pasos mas adelante de los que estaba.

En mi mente no había nada más que suposiciones de su reacción al volver de mi fallido intento de fugarme, no había otra opción. No existía nadie más.

Fue en ese instante de desesperación fue que recordé a una vieja amiga de mi época de estudiante. Siempre habíamos prometido mantenernos en contacto pero por cosas de la vida ambas nos habíamos distanciado y pensé que en ese momento, ella podría serme de gran ayuda, claro si aun continuaba viviendo donde hace años me había comentado.

Volví a tomar mi bolso de mano y con las pocas fuerzas que me quedaban corrí hasta la estación de buses. Faltaban menos de cinco minutos para que la cerraran y con ello tendría que pasar la noche en la calle.

Tuve que suplicarle al guardia del lugar para que me permitiera abordar el ultimo tren que tenia por destino la ciudad en donde esperaba continuara viviendo, Helena. Supongo que el deplorable estado en el que me encontraba influyo mucho en su decisión, hasta se preocupo de pedir que el autubos que se encontraba poniéndose en marcha se detuviera para que lo pudiera abordar.

Cuando por fin mi cuerpo dio de lleno contra el cómodo asiento mis músculos se relajaron, al fin estaba a salvo de todo, hasta de mi misma.

Mis ojos se fueron cerrando de apoco, al darme cuenta de mi estado sujete con mayor fuerza mi bolso y me permití descansar un poco, al final de cuenta el viaje era en promedio dos horas.

Desperté de golpe y un tanto asustada al sentir un suave movimiento en mi hombro, el auxiliar del conductor me estaba despertando; Era mi parada.

Intente sonreírle de manera genuina antes de tomar mi bolso e intentar mi cabello para bajar. Mientras lo así vi mi reflejo en una de las ventanas. Era mucho peor de lo que imaginaba, mis ojeras eran inmensas, tanto mi maquillaje como mi lápiz labial se encontraban corridos y mis ropas arrugadas.

Desperté de mi trance al percatarme de que todos me observaban esperando que bajara y así ellos continuar con su viaje.

Cuando estuve completamente fuera del autobús, el viento frió no me dio una muy calida bienvenida. Camine hasta la acera mas cercana para así poder buscar entre mis cosas la dirección.

Cuando di con el arrugado papel cuadriculado respire mas tranquila, al menos estaba cerca de mis nuevas oportunidades.

Caminar por las desiertas calles producto de la hora no se me hacia muy grato, pero debía hacerlo. Detuve mi caminar, que por cierto era muy torpe, quizás por las pocas horas que había dormido o por que no había ingerido alimento alguno por más de diez horas.

Mire impresionada la fachada de la vivienda que se encontraba frente mis narices. Era una casa de dos pisos, echa por completo de madera y de aspecto acogedor. Me anime a tocar el timbre al escuchar el sonido que hacían mis tripas exigiéndome alimento. Cuando deje de hacer presión en el timbre note que mis manos temblaban y que el pulso de mi corazón era el triple quizás de lo normal.

La puerta se abrió y tras ella salio una avejentada mujer de aspecto humilde, llevaba un vestido azul y un pequeño delantal blanco que la destacaba quizás de los dueños de la casa. Al escucharme preguntar por Helena, se extraño bastante pero no tardo mucho en ir en busca de la quien llamaba ella 'Su patrona' Espere impaciente que aquella amiga mía llegara y rezaba a todos los santos que me recordara.

La puerta se volvió a abrir y con ello mi corazón pareció detenerse de golpe, sentí en el ambiente que las cosas cambiaran y hasta me encontraba analizando como cambiaria mi estilo, si mi vida lo hacia también debía hacerlo yo.

Ella estaba igual que siempre, su cabello recogido en una coleta y su sonrisa serena. Nada de su juvenil aspecto se veía afectado por el nacimiento de los dos pequeños que venían tras ella, que supuse eran sus hijos. No tardo en sonreírme y hacerme pasar a su hogar. No pregunto nada, ni me objeto por mi deplorable estado.

Ella misma se encargo de ir por un vaso de agua y ordeno a la misma señora para que me llevara algo de comer, me ofreció asiento. Luego de traer el vaso de agua se sentó en frente mió, dejo sus gestos refinados y me acerco a su cuerpo: Me estaba abrazando, hacia tanto tiempo desde que no sentía un abrazo calido y con tanto cariño que moje la delicada tela que reposaba sobre su hombro por mi llanto.

-Te he extrañado tanto Amanda...








Hay Amigas que estaran hay para siempre.

2 comentarios:

  1. Vale, no hagas nunca más esto...de tan solo leer cada cosa que escribes mis ojos se cristaliza, siempre digo eso porque es la verdad y la más pura santa verdad....

    el dicho es cierto...Hay amigas que estarán hay para siempre...

    TKM. muchito

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  2. espero estar ahi por siempre valeee.. y cuando estes en una situacion dificil y no tengas donde ir te acuerdes de tus amigas de la juventud y recurras a ellas :) yo creo que siempre estare que lo necesites..

    te adoro <3

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