domingo, 26 de julio de 2009

Sueños.-


Era verano y teníamos una buena suerte, habría un eclipse lunar, con mis amigas decidimos subirnos a la copa de un árbol y así tener una mejor vista. Con el tema del eclipse había un lió con las personas, estaban como locas esperando ver mas.

Aunque para nosotras no existía mejor vista, estábamos muy cerca del mar y con una vista predilecta de la luna, que en pocas horas terminaría negra por completa. Lo esperaba con ansias.

Faltaba media hora para el eclipse y un sonido ensordecedor llamo la atención de los espectadores, eran submarinos que emergían del mar, al llegar hasta la orilla, bajaron de ellos unos hombres de blancos trajes, sus facciones rígidas intimidaban y el miedo no se hizo esperar para fundir en pánico entre todos.

Mis amigas bajaron del árbol mientras yo me encontraba concentrada observando a aquellos especimenes, sus cabellos tan perfectamente peinados, no estaban mojados, ni nada…eran extraños y daban miedo.

Frente las ensistencias de mis amigas baje del árbol para comenzar a correr entre el centro de aquella veraniega ciudad. Nos introdujimos en uno de los centros comerciales tratando de despistar a aquellos hombres que corrían por alguna extraña razón tras las personas. Sentía que aire se me acababa y que no era posible de distinguir lo que tenia en frente.

Al ver que mis amigas detenían su apresurada huida, me detuve aliviada pensando que habían tenían compasión de mi deplorable estado.

Cuando levante la vista, vi el por que de su repentino detenimiento. Era uno de ellos, blanco traje, finas facciones, perfecto cabello ondulado peinado y una mirada penetrante que te hacia estremecer del miedo.

El se encontraba en medio del pasillo en el cual transitábamos, decidí tomar todo el valor posible para comenzar a caminar por su lado, al instante que puse un pie cerca de su cuerpo levanto su mano y me detuvo el paso.

-¿po-podemos pasar?

-no

-¿Qué…que quieren?

-no verán el eclipse – ironizo.

-no queremos verlo, solo queremos pasar.

Suspire tomando valor y comencé a caminar a su lado, con tan solo rozar una de mis manos, específicamente mi dedo índice logro que un fuerte dolor me invadiera. Solo fui capaz de soltar un grito de dolor.

-¿Qué le hiciste loco? – escuche que una de mis amigas le preguntaba.

-no llores…no llores – hablo arrodillándose frente mi, causando que yo retrocediera chocando con la pared.

-duele…duele – exclame mientras el tocaba mi mano, estaba segura de que mi dedo estaba roto.

El me miro concentrado y toco con suma calma mi dedo, con tan solo tocarlo el dolor se esfumo, lo que logro que al contrario de tranquilizarme me alarmara aun más.

-¿Qué diablos eres? – lo mire expectante.

-me llamo Francoise, venimos de Francia…solo queremos ayudar.

-¿rompiéndome el dedo? – le hice una seña a mis amigas para comenzar a caminar, pero sus manos en mis hombros de me detuvieron.

-lo siento, pero no puedo dejar que te vayas…yo te he tocado, tienes que venirte conmigo.

-¿d-de que hablas?

-lo siento…

Eso fue lo ultimo que escuche de el antes de que tomara en brazos y comenzara caminar conmigo a cuestas, a su paso la gente se encontraba en el suelo llorando otras rezando desconsolados y a mi espalda mis amigas me miraban anonadadas. Se detuvo en frente de una gran casa, me bajo de sus brazos cuando ya estábamos dentro de ella.

-¿Qué quieres? ¿Qué quieren? – pregunte mirando a mi alrededor sollozando.

-nosotros queremos evitar que hagan mas muertos por la guerra.

-¿Qué guerra? ¿Cómo lo van a evitar? ¡Están matando gente!

-no es la intención…

-lo están haciendo…mi familia, me tengo que ir, quiero mi familia.

-¡no! Ellos vendrán a ti.

Trate de zafarme mil veces de sus brazos que me impedían caminar, cuando me di por vencidad vi llegar a mis padres y hermano a la misma sala en la que yo estaba.

-¿Qué quieres de mi? – dije sollozando mientras abrazaba a mi madre.

-nada…solo tranquilízate, aquí están a salvo.

-¿y por que?

-en mi país, cuando tocas a alguien, nunca mas se separan. Te debo cuidar.

-¿rompiéndome el dedo? Para mi eso no es cuidar.

-cuando tocas a alguien por que esta sufriendo…es…

-¿es por que?

-no quiero que sufras, estarás con tu familia, tranquila…no sufrirás.

-me quiero ir…

-no te iras, te quedaras aquí. Tranquila.

Abrí mis ojos lentamente, mi respiración estaba agitada y me sentía mareada.

-por fin despiertas, Emilia, vístete vamos a tomar desayuno.

-ya voy.

Me volví a recostar a mi cama; había sido un sueño, por suerte.

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